miércoles, 31 de diciembre de 2014

FELIZ AÑO 2015


¡Hola a todos!

Quería desearos un feliz año 2015. Espero que este nuevo año os traiga sueños cumplidos, una gran dosis de felicidad, tanto amor que llene cada rincón de vuestro hogar, esperanza para que la blandáis en contra de los miedos, os de suerte al estilo de Campanilla que daba polvo de hadas a Peter Pan cuando lo necesitaba (pero, recordad, él también tenía que poner de su parte con pensamientos positivos y fe) y, por supuesto, os traiga salud para poder disfrutar bien de la vida.

Esta noche tenéis que despedir bien el año y empezar bien el siguiente. Para ello, hay ciertas tradiciones que os ayudarán, además de dar ese toque mágico que caracteriza esta noche.
No sólo son las tradicionales doce uvas, también otras como:
-Comer lentejas ese día (no sé el porqué, creo que es una tradición italiana, mi madre nos obliga a comerlas a pesar de no ser de Italia porque dice traer buena suerte)
-Tener lazos y velas de color en la mesa donde cenaréis: rojo (amor), verde (esperanza), azul (salud), dorado (suerte). Al finalizar la noche, con esos lazos se hacen pulseras o pequeños nudos que se guardan en el bolsillo para llevarlos siempre consigo.
-Al primero que abraces, al terminar las campanadas, sea un chico para tener suerte en el amor... aunque creo que se tendrá igual si abrazas a un chica, siempre que lo hagas con cariño.
-Empezar con el pie derecho, para entrar derecho este nuevo año (este lo he hecho yo más de una vez, el truco está en apoyar el izquierdo en una silla mientras te tomas de pie las uvas, aunque creo que bastaba con tener el pie derecho más adelantado, pero mi manera es mucho más divertida)
-Llevar ropa interior roja para tener buena suerte en el amor.
-Brindar con un anillo o cualquier cosa de oro en la copa al empezar el año. atrae la buena suerte.
-Tener pensamientos positivos cada vez que te tomes una uva.

Supongo que habrá más, pero estos son algunos de los que me sé. Ponerlos a prueba para empezar bien el año. Aunque sabed que esto solo os dará un pequeño empujón,  también vosotros tenéis que poner de vuestra parte. Depende de uno mismo que el próximo año sea mejor que el anterior.

Suerte, luz, fuerza y feliz año 2015 a todos!!!

martes, 23 de diciembre de 2014

CAPITULO 14


¡Hola!
Sólo os diré: leed este maravilloso capítulo ;)


14

BAILE DE ENSUEÑO

Al amanecer, Perséfone se despertó junto con Diara, la chica que le había ofrecido bañarse, para recoger algunos frutos que crecían en los matorrales de la senda paralela al lugar donde se asentaba la tribu. Cuando terminaban de recoger, se les acercó el chico con el que había bailado la noche anterior.
-Hola-lo saludó Perséfone
El chico le indicó que lo siguiera hacia un lado de la senda, bastante alejado de donde se encontraban. Diara se fue con el cuenco lleno de frutas hacia las cabañas, dejándolos solos. Perséfone dudó si seguirla a ella o al muchacho, pero como éste insistía y tiraba de su brazo decidió seguirlo a él. La llevó hasta donde unas especies de vacas cortaban el camino, se encontraban a cierta distancia de ellos. Había unas cinco y no eran como las vacas que había visto en Galicia, estas tenían las patas más largas, grandes cuernos y eran bastante más delgadas. El chico, algo nervioso, señaló las vacas con la vara que tenía en la mano y dijo:
-Sal jy met my trou?
Perséfone no entendió nada. Pero como vio que señalaba los animales y sonreía, contestó:
-Son muy bonitas-a la vez que asentía con una sonrisa
El muchacho se puso muy contento, sin más, se acercó a Perséfone a la vez que la agarraba delicadamente por los brazos y se inclinó para besarla.
-No-gritó Perséfone a la vez que se deshacía de los brazos del muchacho.
Al hacerlo, hizo que la vara que sostenía el muchacho saliera disparada y golpease en el trasero a una de las últimas vacas. Se creó el caos entre los animales. El muchacho, al ver a las vacas tan enfurecidas, se quitó rápidamente del medio, pero Perséfone cometió el error de gritar y correr senda a bajo, con las vacas galopando detrás de ella.
Mientras tanto, en la aldea, los piratas se desperezaban y empezaban a cargar en Pegaso las provisiones regaladas por Limber.
-¡Capitán! ¿Has visto a Per?-preguntó Amarillo con el vestido de Perséfone en las manos-. Esto es suyo, me lo ha dado una de las muchachas.
-Pues la verdad es que no la he visto-respondió Alejandro extrañado-, creía que estaba cogiendo las provisiones también
-¡Ah! Mira, por allí va-dijo felizmente Amarillo señalando la senda que estaba algo alejada de ellos. Perséfone corría por ella perseguida por enormes vacas- Creo que necesita algo de ayuda.
-Sí, yo también- dijo Alejandro con una irónica voz de enfado y se alejó corriendo en busca de Perséfone.
Perséfone no se le ocurría otra cosa que correr más que las vacas para que no la atropellasen. De repente apareció Alejandro atravesando rápidamente la senda, la agarró por la cintura a la vez que corría y la apartó de las furiosas vacas, cayendo hacia un lado del camino.
-¡Au!-se quejó Perséfone a la vez que se incorporaba, colocando una mano en la espalda -Qué bruto…Y luego decías que no ibas a resultar pesado
-Lo siento, pero tenía que apartarte de la vacas-dijo Alejandro con la respiración agitada aún tumbado, después sentó y le preguntó-¿Qué has hecho?
-¡Nada! El chico ese, con el que te dije que baile ¿te acuerdas? Me llevó a ver esas vacas  y…
El muchacho apareció por la senda corriendo tras las vacas, desapareciendo a lo lejos.
-Ese chico-señaló Perséfone.
-Bueno, ¿y qué pasó?-insistió Alejandro.
-Pues que intentó…
El muchacho volvió a aparecer en la senda. Corría hacia ellos y parecía enfadado. Al llegar junto a ellos, empezó a hablar acaloradamente. Alejandro se levantó y lo cortó:
-<< Espera, espera. Seguro que ha sido un malentendido>>
El chico volvió a hablar en afrikaans
-<<Casi pierdo a mis vacas por su culpa. Les ha lanzado mi cayado>>
-¿Qué? ¿Les lanzaste su cayado, Per?-preguntó Alejandro extrañado, volviéndose hacia ella
-Fue sin querer. Es que él intentó besarme, yo le aparté y, al hacerlo, el palo que tenía en la mano saltó-le explicó Perséfone también poniéndose de pie.
-¿Qué intentó besarte?-se sorprendió Alejandro.
Al asentir Perséfone, Alejandro le preguntó al muchacho el por qué.
-¿Accediste a casarte con él?-volvió a preguntar a Perséfone tras la respuesta del chico.
-¡No! Sólo le dije que sí me gustaban sus vacas-contestó Perséfone
Alejandro, ante está respuesta, se echó a reír. Había comprendido la confusión. No podía parar, incluso se doblaba por el dolor de barriga que le producía la risa. Perséfone y el muchacho se miraron confundidos.
-Vamos, deja de reírte-se quejó Perséfone-, no tiene gracia.
Alejandro, con mucho esfuerzo y soltando de vez en cuando una carcajada, le explicó al muchacho la confusión, quien también se echó a reír. Perséfone cruzó los brazos molesta. Alejandro volvió a hablar en afrikáans.
-<<Te ayudaré con las vacas>>
-<<No, ellas se detuvieron frente al río>>-le dijo el muchacho señalando hacia el final del camino.
-<< ¿Cómo te llamas?>>-le preguntó Alejandro.
-<<Kwame>>-le respondió y luego añadió sorprendido:-<< ¡Tú sabes nuestro idioma!>>
-<<Sí>>-confirmó Alejandro.
-<<Entonces, pregunta a la chica que si quiere casarse conmigo. Para evitar errores>>-le pidió Kwame.
Alejandro miró a Perséfone, que seguía con los brazos cruzados, un poco enfurruñada y sin entender nada.
-<<No, lo siento. Ella no quiere porque… está conmigo>>
-<<Oh, ¿ella es tu esposa?>>
Alejandro tardó unos segundos en responder con altivez:
-<<Sí>>
Kwame puso cara de sorpresa y después dijo rápidamente:
-<<Perdón, no quería molestar>>
-<<No te preocupes. No eres el primero que intenta besarla>>-le dijo Alejandro, quitándole importancia.
Kwame volvió a disculparse con Alejandro y con Perséfone, quien no le entendió, y se fue hacia donde se habían ido sus vacas.
-¿Qué ha dicho? Mejor, ¿de qué habéis estado hablando?-le preguntó Perséfone.
-Nada, que sentía haberte molestado-mintió Alejandro.
-¿Y qué tiene que ver casarse con vacas?-preguntó Perséfone confundida.
-Aquí, para pedir a alguien en matrimonio, se les muestra las vacas que tiene pues son algo así como sus bienes más preciados-le explicó Alejandro sonriendo-. Si tienes muchas vacas, es que eres muy rico y tienes mayor posibilidad de casarte.
-Vaya, eso sí que es nuevo para mí-dijo Perséfone mientras se frotaba un lado de la espalda inconscientemente.
-Lo siento, ¿te duele?-le preguntó Alejandro al verle tocarse la espalda.
-No, no mucho-le dijo Perséfone y luego añadió sonriendo:-Gracias por ayudarme…La verdad es que ha sido gracioso.
-Sí, que lo fue-dijo Alejandro mientras Perséfone se reía-. Anda, volvamos con los demás. Está tarde nos vamos.

Tal y como dijo Alejandro, hacia media tarde partieron de la tribu de Limber, no antes sin haber prometido compensar a la tribu por su ayuda. Al anochecer, ya se encontraban en mar abierto rumbo a la India. Los piratas se hallaban cada uno con sus cosas. Amarillo, Ocho y Dragón jugaban a los dados. Profundo había vuelto a la cofa del vigía y Barriga de Oso a las bodegas para dormir. Sacul, Pies Largos y Cortés estaban en cubierta, los dos primeros tumbados en el suelo mientras que el último, apoyado en uno de los mástiles, tocaba la vihuela.
Cuando pasaban una gran isla de África, Perséfone salió del camarote. Cortés seguía tocando la guitarra y Amarillo jugando junto con Ocho, pero el resto se habían quedado dormidos. Perséfone miró hacia la toldilla y vio que Alejandro seguía en el timón.
-¿Tú no duermes?-le preguntó Perséfone desde cubierta.
Alejandro salió de su ensimismamiento y miró hacia abajo.
-¿Y tú?
-No pillo el sueño-respondió Perséfone encogiéndose de hombros.
-Lo mismo me ocurre a mí… ¡Eh! Vuelves a tener tu vestido-se fijó Alejandro.
-Sí, es que la otra ropa era provisional hasta que se secará mi vestido-le explicó Perséfone a la vez que se dirigía a las escaleras. Subió hasta el último escalón para sentarse sobre él-. ¿Aún tienes el lazo? Ya te lo puedes quitar, seguro que la herida ya está mejor.
-Ya lo sé. En realidad, ya no está en la herida exactamente sino en la muñeca-le mostró Alejandro retirándose del timón y yendo hacia Perséfone.
-Am… ¿por qué te lo dejas?-preguntó Perséfone mirando que efectivamente el lazo no envolvía la herida
-Porque me trae suerte-respondió Alejandro y ante la mirada atónita de Perséfone continuó:-En serio, mira ahora navegamos mucho más rápido que antes. Y he podido arreglar la cubierta. Y…te he salvado de las vacas.
-Me podría haber salvado yo sola-dijo Perséfone mirando hacia delante.
-¿Qué? Si sólo corrías delante de ellas.
-Pero justo antes de que aparecieras ya estaba pensando en correr hacia un lado del caminito ese-le contó Perséfone.
-Claro, pero seguías corriendo delante-dijo Alejandro sentándose junto a ella.
-Es que a veces el miedo te impide pensar deprisa-se excusó Perséfone dando concluida la conversación-. Y, ¿cuándo llegaremos a la India?
-A esta rapidez, tal vez mañana por la noche o el día después-le respondió Alejandro- ¡Qué nervios! ¿No? Estamos a un paso del tesoro.
-Sí, la verdad es que resulta muy emocionante-coincidió Perséfone tras pensarlo-. Después de todo lo que hemos hecho…bueno, será más para ti que llevas más tiempo detrás de él.
-Sí, pero tú también has participado y mucho. Sin ti no hubiera conseguido resolver ni la mitad de las pistas-le dijo Alejandro agradecido-. Tienes todo el derecho de estar nerviosa también. Este tesoro es tan nuestro como tuyo.
-Gracias. Además, hemos conocido y visto muchas cosas-recordó Perséfone-, La Alhambra, Grecia, bailes divertidos…Cuando consigamos el tesoro podríamos visitar de nuevo a la gente de Granada o a la tribu de Limber.
-Claro. Seguro que a Limber lo visitamos, pero la gente de Granada será más difícil porque van cambiando de sitio…
-Es cierto, se me había olvidado… Por estos mares hace mucho frío-dijo Perséfone abrazándose a sí misma y frotándose los brazos.
-Sí, siempre que nos acercamos por aquí hace frío¡Tengo una idea! Para perder el frío, y ya que has mencionado los bailes antes… ¿Por qué no me enseñas a bailar como suelen hacer en esas fiestas tuyas?-le sugirió Alejandro.
-No sé, creo que no te gustaría-le dijo Perséfone y luego añadió:- Es algo aburrido.
-¡Vamos! Yo te enseñé a manejar la espada y ahora vas presumiendo por ahí. Yo quiero presumir de saber bailar cortesanamente-la animó Alejandro-, como se suele hacer en las fiestas que tanto detestas.
-Son más divertidos tus bailes piratas, te lo aseguro. Además, yo no sé muy bien…-empezó a decir Perséfone y al ver la fingida cara compungida de Alejandro, sonrió y añadió:- Pero si quieres…
Perséfone se puso de pie y levantó una mano en dirección a Alejandro, éste la agarró sonriendo. Se pusieron uno frente al otro.
-Primero el saludo-le indicó Perséfone e inclinó las rodillas mientras se cogía un lado del vestido. Alejandro inclinó la espalda hacia delante a la vez que colocaba una mano en su barriga.
Los dos se incorporaron a la vez riendo. Perséfone se acercó a él y le dijo:
-Ahora el chico da una vuelta alrededor de la chica al tiempo que coloca una mano en su espalda.
-¿Así?-le preguntó Alejandro mientras daba una vuelta alrededor de ella
-Sí…y ahora, se cogen de la mano. Ambos con la misma mano, en nuestro caso de la derecha- cuando se cogieron de la mano, añadió:- Dan vueltas lentamente y, de vez en cuando, paran para cambiar de mano y girar hacia el otro lado.
Alejandro y Perséfone daban vueltas al son de la vihuela de Cortés. Ambos se reían y se miraban a los ojos. A veces, paraban, cambiaban de mano y giraban hacia el otro lado. Pronto empezaron hacer tonterías y a improvisar un baile. Alejandro hacia girar a Perséfone con el brazo, o la enrollaba en su brazo a la vez que la acercaba a él y después la desenrollaba. Luego pasaron a bailar uno frente al otro, Alejandro con una mano en la cintura de Perséfone y ésta con una mano en el hombro de él.
-Pues para detestar esas fiestas sabes bailar muy bien-le comentó Alejandro mientras paraban de bailar lentamente-. Seguro que disfrutas de lo lindo bailando en ellas.
-Yo no bailo mucho en esas fiestas. Son bailes en pareja y no me gusta, casi siempre me quedo sentada-le contó Perséfone, dejando caer su mano con delicadeza.
-¿Por qué? Con lo divertida que serías como pareja de baile.
-Es que casi siempre, la invitación a un baile es la proposición al compromiso con esa persona-explicó Perséfone mientras se dirigía hacia la barandilla de la toldilla-, algo así como acordar que después serán novios o prometidos…como lo que ha ocurrido con Kwame.
-Y a ti no te gusta eso-dedujo Alejandro poniéndose a su lado.
-No, ¿por qué ser esposa de alguien con el que sólo has bailado?-le dijo Perséfone mirándole-. No has compartido nada con él. Ni unas risas, una buena conversación, vivencias, amistad… No lo has conocido verdaderamente, ¿entiendes?
-¿No has pensado que el baile sería una buena manera de empezar?-le preguntó Alejandro sonriendo.
-Sí, claro. Por eso bailaba al principio. Hasta que siempre que bailaba, al día siguiente me encontraba con un anillo en el dedo y obligada a pronunciar un “sí, quiero”.
-¿Te casaste?-se sorprendió Alejandro.
-No-negó Perséfone riendo levemente poniendo una mano sobre la baranda-. Por eso, soy tan poco popular en los bailes y, últimamente, solía quedarme sentada.
-Vaya, pues ellos se lo pierden-dijo Alejandro sonriendo-. A mi me ha encantado bailar contigo.
-A mí también contigo-confesó Perséfone algo avergonzada.
Perséfone le miró y le sonrió. Los se quedaron mirándose a los ojos mientras la bonita música de la vihuela los envolvía. Sin saber por qué, por instinto, por impulso, por ese cúmulo de sentimientos que se desesperaban por salir, sus cabezas se volvieron a acercar a la vez que sus ojos se cerraban. Y sus labios también se acercaron, para poco después unirse en un bonito, tierno y delicado beso.
Cuando se separaron, se miraron sin saber que decir, para luego sonreírse el uno al otro con timidez.


Más en la próxima entrada
Suerte, luz, fuerza y feliz día a todos.

lunes, 22 de diciembre de 2014

FLOR DE PASCUA


¡Hola!

¿Creéis en la magia, en los pequeños milagros? ¿Existen los pequeños toques de fantasía en el mundo, esas cosas que no tienen explicación? ¿Creéis que la cosas pueden tener explicación científica y base de fantasía?

Hoy os traigo la curiosa historia de la flor Poinsettia, más conocida como la flor de Pascua o la flor de Nochebuena. También científicamente es conocida como "pulcherrima" que según dicen significa "la más bella".



"Cuenta la leyenda que cuando apenas pasaban unos días de la creación, había flor que se esforzaba cada día por sacar lo mejor de sí misma. Era algo así como... la segundona, la poco mirada por los demás seres de la Tierra por no ser lo suficientemente bella para ellos.  Aun así, la flor no se dejaba menguar e insistía en mostrar a Dios su fortaleza y belleza.
Dios, dándose cuentas del empeño y la fe de la flor, decidió bendecirla, mostrándola de un color distinto llegada una determinada época del año.

Muchísimo años después, cuentan, una pastorcilla quiso dar un regalo el día de Navidad al niño Dios. Era una tradición de la iglesia de su pueblo, ofrecer algo al niño del pesebre.  Ella, humilde, le ofreció una flor que halló en un jardín trasero de la iglesia. Al ponerla a los pies del niño, se volvió roja en presencia del niño Dios como agradecimiento."


Esa es la leyenda de la flor. Sé que es fantasiosa, pero es curioso que esta flor suela nacer para el mes de Diciembre y se vuelva roja para mediados del mismo, casi para Navidad (de ahí su nombre). Se trata de esos pequeños misterios y toques mágicos de la naturaleza, de la vida... Ahora incluso me parece un buen regalo para hacer a alguien, es así como especial.

Recuerdo una frase de un gran personaje de la literatura, Sherlock Holmes. Él decía que pensaba que la bondad de la providencia descansaba en las flores, porque todo lo demás: animales, sol, frutas, semillas... se nos da por necesidad, por el bien del ser humano. Sin embargo, las flores se nos da por añadidura. Por eso decía que sí alguna vez tenía que creer en la bondad, en la divinidad,...se guiaría por la flores.
En fin, me estoy poniendo un poco ñoña y dulzona. Me parecía buena idea compartir esta curiosidad con vosotros.

Os deseo una Feliz Navidad  y un año lleno de sueños cumplidos, salud para disfrutarlo, luz para guiaros hasta en los momentos más oscuros (como decía otro gran personaje literario) y felicidad para empequeñecer la tristeza.

Más en la próxima entrada.
Suerte, luz, fuerza y feliz día a todos.


miércoles, 17 de diciembre de 2014

CAPÍTULO 13


¡Hola!

Parece que Alejandro está cada vez más cerca de tesoro de Dybá, pero también del corazón de Per... A ella le queda aún más por conocer de la mano de Pegaso. Se acercan a África y a la tribu de Limber...
Aquí os dejo el siguiente capítulo.


13

LA TRIBU DE LA FELICIDAD

Durante varios días no hicieron otra cosa que navegar, aunque se lo pasaron muy bien. Hacían bonitas fiestas por la noche, jugaban a los botes o practicaban esgrima. Cortés y Sacul se la pasaban haciendo sus típicas bromas, como cuando escondieron la ropa amarilla de Amarillo o colaron en los pantalones de Barriga de Oso un pez, después se arrepintieron cuando éste último los cogió a ambos con facilidad por la cintura y los tiró por la borda. El Plumas consiguió varias plumas más para su colección, una de ella porque Pies Largos pisó al pájaro, cosa que no agradó nada a Perséfone. Profundo empezó a pasar más tiempo en cubierta con sus amigos, aunque seguía volviendo a la cofa para estar, una vez más, en armonía con el mar.
Además pasaron varios acontecimientos curiosos como cuando Perséfone probó el ron por primera vez y, como no estaba acostumbrada a beber alcohol, le dio tal sofocón que tuvieron que echarle agua en la cara y estar tumbada por un largo rato en cubierta, Alejandro regañó a Sacul y Dragón por azuzarla a beber. Ocho dejó de usar el par de monóculos por un tiempo porque decía que quería dejar de ver el mundo tras unos cristales durante un rato, hasta que resbaló por el suelo recién fregado por Cacín, llegando a tropezar con la barandilla de cubierta y caer al mar, ya no le importó usarlos.
Al pasar por el sur de África, Alejandro sugirió parar en la aldea de Limber.
-¿Quién es Limber?-preguntó Perséfone a Profundo pues era a quien tenía más cerca.
-Un conocido nuestro muy amable-le respondió Profundo-. Siempre nos da muchas provisiones o nos ayuda arreglar el barco. Me encanta su aldea, está en un lugar muy pacífico y cercano a la naturaleza.
-¡Qué bien! Volveré a ver a Ayanna-dijo Sacul feliz. Ante la mirada de Perséfone, explicó:-Es una conocida mía.
-Una conocida, muy bien conocida-señaló Profundo mientras se miraba distraídamente las manos.
El barco no se detuvo frente al límite de la playa sino que continúo por un amplio río. Después de navegar por el río durante unos minutos, Pegaso se introdujo por una vertiente oculta por espesa y voluminosa vegetación. Se detuvieron cuando dicha vertiente fue demasiado estrecha y poco profunda. Bajaron del barco y anduvieron a través de los árboles hasta llegar a una zona habitada. Había cabañas, gallinas de un lado para otro, una pequeña fogata y personas. Una de ellas, un hombre de avanzada edad vestido con una especie de túnica y un cayado en la mano, se les acercó con alegría.
-Alejandro-dijo el hombre al verle.
-Limber-lo saludó Alejandro-Hallo, lekker om jou te sien.
-¿Qué ha dicho?-preguntó Perséfone en voz baja a Sacul
-Hola, me alegro de verte-respondió Sacul y luego le aclaró:-Alejandro sabe el idioma africano. Yo también, pero sólo algunas cosas como “qué guapa eres”, “tus ojos son como estrellas”… cosas así
-Entiendo-comprendió Perséfone sonriendo. Sacul le interesaba saber el idioma para poder seducir a las mujeres de la tribu.
En seguida, muchos miembros de la tribu fueron a saludarles, algunos hablaban español gracias a que los piratas les habían enseñado durante el tiempo que paraban a visitarles. Alejandro presentó a Perséfone a todo aquel que se acercaba a preguntar quién era ella y, además, pidió ayuda a algunos hombres de la tribu para poder arreglar la cubierta del barco y fue a por provisiones.
Pronto, Perséfone hizo buenas migas con algunas de las chicas de la tribu. Una de ellas, la que hablaba español, le ofreció el poder bañarse y lavar su vestido tras una de las cabañas con un aceite especial que hacían ellas con hierbas aromáticas. Al principio, Perséfone dudó un poco, pues no quería que la viesen bañarse ninguno de los hombres de allí, pero la chica le aseguró que ninguno de los chicos podía acceder a aquella cabaña, era únicamente para ellas. Entonces, aceptó.
Cuando terminó de bañarse, las chicas le ofrecieron una de las vestimentas que solían usar, compuesta por una falda larga de muchos colores y, para la parte de arriba, una tela que rodeaba su tronco y se ataba en el cuello. Perséfone pensó que esa especie de camisa sin mangas se le acabaría cayendo, pero las chicas la envolvieron y ataron de tal manera que estaba totalmente sujeta.
-Muchas gracias, de verdad. Necesitaba ese baño-le agradeció Perséfone-. Gracias por la ropa también. Y vuestros aceites tienen un olor muy agradable.
-Tú estar muy guapa-la halagó la chica que le había propuesto el baño, Diara-. Tu vestido estar fuera para secar.
Perséfone salió de la cabaña junto a las demás chicas. Fuera empezaban a sentarse alrededor de una gran fogata que se levantaba por encima de las cabezas de los hombres, quienes traían comida y empezaban a cantar. Cuando se dirigía con las mujeres a la fogata para sentarse, se cruzó con Alejandro.
-Per, ¿qué te has hecho?-le preguntó mirándola sorprendido
-Bueno, es que las chicas me han ofrecido bañarme, me han dado esta ropa mientras se lava y se seca mi vestido. También me han hecho algunas trenzas por el pelo, mira-le mostró algo cohibida por el cambio-. Estoy algo rara, ¿verdad?
-No, no…estás guapa…quiero decir, bien-le halagó Alejandro algo avergonzado-. Y también guapa, claro.
En los últimos días, tras su “acercamiento”, decidieron fingir que no había pasado nada y se trataban como siempre, aunque con una educación excesiva
-Gracias-dijo Perséfone-.Y tú, ¿has conseguido arreglar la cubierta?
-¿Qué?-preguntó Alejandro algo distraído. La miraba anonadado-. Sí, está arreglada. Y tenemos agua, comida y demás cosas de repuesto.
-Ah, eso es genial. Ya casi no nos quedaba agua, digo de la normal-aclaró ella-. En fin, voy a sentarme.
-Vale, yo voy a bañarme también-dijo Alejandro-. Te lo digo para que luego me digas que estoy guapo.
-¿Te pondrás esas faldas de chico?-preguntó Perséfone sonriendo.
-Ya lo verás-respondió Alejandro misteriosamente.
Avanzada la noche, todos se divertían alrededor de la fogata. Perséfone comió frutas exóticas muy ricas, mientras disfrutaba de la velada. Observaba como los piratas se divertían con sus amigos. Cortés aprendía a tocar los timbales y, la verdad, se le daban tan bien como la vihuela. El Plumas se encontraba rodeado de plumas de vivos y bonitos colores, Perséfone rezó porque los propietarios de aquellas plumas siguieran revoloteando. Cacín, Amarillo, Ocho y Pies Largos bailaban alrededor de la fogata con alguna de las chicas. Sacul susurraba algo en el oído a una muchacha que hacía que ésta riera tímidamente. Barriga de Oso hablaba con el jefe de la tribu, Limber, mientras que a su lado Profundo hablaba con uno de sus amigos de la tribu junto a Dragón.
-Ya estoy aquí-apareció de pronto Alejandro sentándose al lado de Perséfone. Tenía el pelo mojado como Perséfone, aunque el de ella ya estaba casi seco. Seguía llevando la misma ropa, ésta parecía un poco húmeda como si no se hubiera terminado de secar tras lavarla.
-Estás muy guapo-dijo Perséfone irónicamente- Tu ropa te sienta muy bien.
-Lo sé-repuso Alejandro feliz. 
Perséfone sonrió a la vez que miraba hacia delante para contemplar la fiesta que tenían montada entre algunos muchachos de la tribu y Cortés
-¿Cómo conociste este lugar?-le preguntó Perséfone con curiosidad a Alejandro.
-Por mi padre. Cuando tenía catorce años forme parte de su tripulación. Él conocía este lugar y veníamos a menudo. No sé como lo conoció él, nunca se lo pregunté-le contó Alejandro-. Era un crío, yo sólo veía que era un lugar muy divertido con árboles, animales raros, bellas chicas…-y aclaró rápido- Pero ya no vengo a por las chicas.
-Claro…
-Vengo para visitar a los amigos y por provisiones.
-Ya…
-Entonces, ¿te gusta el sitio?-le preguntó Alejandro, cambiando el tema, como hacia ella cada vez que él le decía sus “claro” y “ya”.
-Sí, es muy... natural. Quiero decir, es plena naturaleza-respondió Perséfone-. No me extraña que le guste tanto a Profundo
Alejandro y Perséfone se vieron interrumpidos por uno de los muchachos de la tribu quien se dirigió a Perséfone en afrikáans.
-<<¿Quieres bailar conmigo? >>
Perséfone no entendió nada y miró a Alejandro encogiendo los hombros. Alejandro respondió al muchacho:
-<<No, lo siento, ella está conmigo. Nosotros vamos a bailar ahora>>
El muchacho se alejó de ellos algo decepcionado, aunque después se dirigió a otra de las muchachas que sí quiso bailar con él.
-¿Qué quería?-preguntó Perséfone a Alejandro.
-Quería que bailaras con él-respondió Alejandro-. Le he dicho que no querías.
-Oh, ¿por qué? No me hubiera importado bailar con él-le dijo Perséfone-Antes he bailado con aquel de allí. Es un baile muy divertido, por cierto. Me siento más incómoda con los que se organiza entre la nobleza.
-¿Has bailado con alguien?-se sorprendió Alejandro-. Ahora no te lo podrás quitar de encima, creerá que le gustas.
-Vaya... hay cosas que no cambian nunca. Da igual el lugar-comentó Perséfone con pesadez, aunque sonreía.
-¿Cómo qué?-preguntó Alejandro.
-El bailar y el pesado que te perseguirá después-le explicó Perséfone bromeando.
-Hablando de bailar…¿Quieres bailar?-le preguntó Alejandro levantándose y poniéndose frente a ella tendiéndole la mano.
-Bueno-dudó Perséfone algo cortada-. Si después no resultas pesado…
Alejandro negó sonriendo. Perséfone le cogió la mano y Alejandro tiró de ella para ayudarla a levantarse. Al hacerlo se acercó demasiado a él.
-Hueles muy bien-notó Alejandro algo embobado.
-Sí, es que las chicas me dieron unos aceites aromáticos que hacen ellas mismas-le explicó Perséfone y luego añadió para que Alejandro se desembobara:-Vamos, ¡bailemos!
-Bendito baño-susurró para sí Alejandro seguido de un suspiro, mientras Perséfone se adelantaba a la zona de baile.
Se acercaron al grupo que bailaba junto a la hoguera y bailaron un buen rato con los demás. Poco a poco, se fue uniendo el resto y, prácticamente, todos estaban bailando en círculo alrededor de la fogata. Perséfone no sólo bailó con Alejandro sino con el resto de los piratas cuando empezaron una especie de danza en el que bailaban todos con todos.
Cansada de bailar, se sentó junto a Cortés y algunos de la tribu que había conocido, entre los que estaba Limber
-Eres muy buena-le dijo Limber- ¿Amiga de Alejandro?
-Sí, se diría que sí-respondió ella.
-No ver antes-le dijo Limber.
-Es que estoy con Alejandro desde hace poco tiempo-le explicó Perséfone intentando oírse por encima del ruido de los timbales.
-¿Tú ser pirata?-le preguntó Limber.
-No, soy… española-insegura de que su respuesta fuera correcta-. Pero me fui hace unos días de allí, de casa.
-¿Por qué?
-Problemas familiares-respondió Perséfone tras pensarlo un poco. No le apetecía recordar, y mucho menos contar otra vez, las razones de su huida.
-Eso ser muy triste-le dijo Limber-. La familia ser muy importante. Ella siempre estar ahí cuando la necesites. Yo estoy muy contento con mi familia, mi tribu. Si ella no estuviera conmigo, yo estaría muy triste. Debería resolver sus problemas con su familia. Ser feliz y mejor, entonces.
-Lo intentaré-dijo Perséfone algo triste. Quiso cambiar de tema:-¿Usted no baila?
-No-negó Limber, luego señaló los timbales y después sus oídos con una sonrisa.
-¿Le gustan los timbales? ¿Sabe tocarlos?-le preguntó Perséfone.
-No, sólo escucharlos-le explicó Limber. Al ver la sorpresa de Perséfone ante la respuesta, añadió:-Ser de África, de tribu, no significar saber tocar los timbales o bailar danzas.
-Claro, igual que a no todas las chicas de la nobleza les gustan las fiestas nobles-interrumpió Alejandro que había salido del corro de baile para sentarse junto a Limber.
-Entiendo-dijo Perséfone sonriendo.

Más tarde, viendo que la fiesta no terminaba, Perséfone junto con algunas otras chicas, se fue a dormir a una de las cabañas. Se tumbó y pensó una vez más en sus padres, Belinda y la gente de Rísoen. Lo cierto es que cada vez se encontraba menos enfadada con ellos… ¿Volvería a verlos? ¿Pensaba regresar a Rísoen y dejaría Pegaso? Haciéndose esas preguntas, una y otra vez, se quedó dormida.

Más en la próxima entrada 
Suerte, luz, fuerza y feliz día a todos.

lunes, 15 de diciembre de 2014

EL MUÉRDAGO


¡Hola!

Se acerca la Navidad y... os traigo una leyenda :)


"Erase una vez una diosa llamada Frigga. Ella era la diosa del amor, repartiendo dicho don por toda la Tierra. Frigga tuvo un hijo llamado Balder, dios del Sol. Él no sólo llenaba su vida, sino la de todos los seres del mundo.

Un día, la diosa tuvo un sueño en el que su hijo moría. Frigga estaba muy asustada, como toda madre, quería a Balder con todo su corazón y éste se le partiría sin él a su lado. Además, la muerte de su hijo también tendría horribles consecuencias sobre la Tierra y todos sus habitantes, pues él era el dios sol, sin su luz, todos andarían entre las tinieblas hasta la muerte.
Temerosa por aquella pesadilla, creyéndola profética, Frigga viajó por todo el mundo haciendo prometer a todos los seres vivos, tanto animales como plantas, que nunca dañarían a Balder.  Frigga fue a cada lugar, viajó por el agua, el aire e incluso el fuego, haciendo cumplir su promesa.

Sin embargo, a pesar de sus esfuerzo, pasó algo por alto. Una pequeña planta que crecía entre las ramas de los robles conocida como muérdago. El dios Loki, enemigo declarado de Frigga y su hijo, dios de las tinieblas, se aprovechó de ello para urdir sus malignos planes.  Con aquella planta hizo una flecha y la lanzó a Balder, dándole muerte.
Todo se oscureció y el mundo se enfrió, envolviéndolo entre las tinieblas pues el sol se había apagado.

Frigga lloraba amargamente sobre su hijo, rogando al amor que lo salvara. Y, entre lágrimas, le besó. Éstas brotaban cálidas, deslizándose por su mejillas y cayendo sobre la flecha de muérdago. Unas lágrimas cargadas de dolor pero también de fe y amor.
De pronto, sus lágrimas se convirtieron en frutos dorados de aquella planta y la herida de Balder desapareció, volviendo éste a la vida.
La luz volvió a nacer, venciendo a las tinieblas. La vida brillaba en cada rincón y el calor abrigaba a cada ser de la Tierra.

Frigga y Balder se sientieron felices por haber ganado esa batalla con ayuda del amor. La diosa, decidió recordar aquella planta con cariño pues junto a ella había recuperado a su hijo. En su honor, para recordar la fuerza el amor, hizo que todos en la Tierra se besaran cada vez que se hallaran junto a la planta sagrada Muérdago."


Por supuesto hay muchas más historias acerca del muérdago. Curiosamente todas lo consideran símbolo sagrado del amor, curativo y de buena suerte.  ¿Cuál será el misterio que envuelve esta planta?  
Ah, y seguro que encontráis más de una razón para no perder la ocasión de besar a alguien bajo el muérdago ;)

Más en la próxima entrada
Suerte, luz, fuerza y feliz día a todos.



jueves, 11 de diciembre de 2014

UN ACONSEJABLE CONSEJO PARA NUEVOS ESCRITORES


¡Hola!

Os traigo algo que os ayudará y os evitará malos tragos, sobre todo a aquellos jóvenes escritores deseosos de ver su historia hecha un libro.

Lamentablemente, el mundo editorial, como la vida misma, no es un camino de rosas. Hay príncipes, lobos e incluso uno mismo tiene que ser su propio héroe.

Hay quienes os prometerán todo, os llenarán los oídos de palabras maravillosas y soñadoras... Pero hay una frase genial que define tanta amabilidad... "Tanta honestidad, te hace parecer falso".  Esa frase es un gran consejo, casi un vaticinio.

Portadas perfectas y atrayentes (que luego acaba haciendo el propio autor), promoción ( que luego acaba haciendo el propio autor), consejo (cuando solo hay silencio o consejo que en realidad es para beneficio propio) y lo mejor: corrección!!!.  Esa es, de todas, la peor verdad cuando te das cuenta que es una mentira, cuando ves que tu libro es publicado con miles de faltas de ortografía, erratas,... Es cuando comprendes que no hace falta un puñetazo físico para que te duela el estómago y broten lágrimas de tus ojos. Te preguntas si se molestaron en leer algo más que la sinopsis o sólo pensaron en el dinero que ganarían... Porque esto último, es el mayor deseo y objetivo de los ladrones lobunos en busca de caperucitas, para ello, tomaran miles de excusas y trampas, desde no saber hacer reglas de tres  o no saber contar... Parece que el libro lo escribieron ellos. Pero esto último, el tema económico, es lo que menos preocupa al escritor. Lo peor de lo peor es que ha visto como poco a poco han despedazado su obra mientras el blandía la espada con todas sus fuerzas para darla a conocer.

Así que para ahorraros dolor, depresión y humillación os doy estos consejos.

Primer consejo, nunca olvidar que el mundo editorial es un negocio. Para unas editoriales será su principal objetivo: el negocio. Para otras, no sólo será ese sino que, verdaderamente, buscará ayudar al escritor que ha confiado fielmente en ella.  Tienes que saber diferenciar entre ellas, compara con las grandes editoriales, busca opiniones experimentadas... Servirá de mucha ayuda.
En el siguiente link te informan sobre qué pasos dar.
Como dirigirte a una editorial sin parecer un pardillo..

Segundo consejo, no todo es lo que parece. Parecerá una editorial, pero en realidad será un banco, un ladrón que querrá más y más mientras el/la pobre escritor se desangra inclinado sobre su libro, llorando amargamente.
Por fortuna, hay webs que dan muy útiles consejos para que esto no pase. Aquí os dejo unos cuantos de la web "erase una vez": Si no queréis ser estafados...

Tercer consejo. Dejaros aconsejar por personas cualificadas (si no las tenéis, buscadlas!) y no tengáis prisa. Sé ese deseo ansioso de ver publicada la historia en la que tanto os habéis entregado, en la que habéis puesto parte de vosotros y con la que habéis compartido horas, días, meses...  Pero más vale hacerlo bien que después lamentar no haber tenido cuidado y verla destrozada en menos tiempo que en el tardastéis en escribirla.

Cuarta, no creas una mentira sólo porque se ajusta a tus deseos. ¡Usa la cabeza!

Con esta entrada, espero que ninguna buena editorial se sienta aludida, pues para ellas el alba siempre sale entre los árboles.  Sólo se sentirán insultadas aquellas quienes se sientan identificadas por su manera de trabajar. "A buen entendedor, pocas palabras caben..."

Las buenas editoriales sí que existen, ahora me doy cuenta. Supongo que las terribles con disfraz de abuelita son la que a veces debes conocer para luego saber ver cuales tienen la boca demasiado grande antes de que te coman.  Después de eso, casi ves las que pueden hacerte volar. Es como... ser liberado de Belerofonte y ser ayudado por Zeus.
Por supuesto, hablo desde la experiencia de una amiga cercana ;)


Más en la próxima entrada.
Suerte, luz, fuerza y feliz día a todos.

martes, 9 de diciembre de 2014

CAPITULO 12


¡Hola!
Ya están sobre la última de las pistas del poema. Poco a poco, se están acercando al tesoro. Pero Perséfone debe aprender un más sobre si misma y sobre la libertad con ayuda de los piratas...y Alejandro.
Aquí os dejo el nuevo capítulo. Espero que disfrutéis de la aventura.






12

NAVEGANDO ENTRE LAS ESTRELLAS


Al día siguiente, Alejandro mandó mantener el rumbo hacia el Atlántico para alejarse lo que pudieran del Mediterráneo. Además, dio el poema una vez más a Perséfone para que leyera el tercer y último párrafo. Perséfone se sentó en el suelo de la cubierta y observó a la vez el poema, el papel de la nuez y el mapa obtenido en Grecia. 

Pero en ninguna vi nada como en mi tierra natal
Tanta es la belleza en ella y tanta la paz
Que cantas victoria a los doce vientos
Sólo por encontrarte allí.





Trató por todos los medios posibles probar donde encajaba los símbolos escritos en el papel de la nuez con lo leído, pero no lo consiguió. No encajaban con nada, no formaban palabras ni frases como en los dos párrafos anteriores.
-Esto no encaja en ninguna parte. Lo único que queda claro es que el tesoro está en su tierra natal, que según vosotros es la India-dijo Perséfone un  poco harta de pensar.
-Tiene que encajar en algo-insistió Alejandro sentándose a su lado y mirando los papeles-. Mira esa especie de torre bajo la luna se parece mucho a la torre que hay en la izquierda del mapa.
-Sí, es cierto. ¿Qué significará?-se preguntó Perséfone
-Pues que debemos de entrar en otra torre, supongo-respondió Alejandro encogiéndose de hombros.
-No puede ser eso. Se supone que esta pista es la que por fin conduce al tesoro. No creo que Dybá escondiera su tesoro en la torre del castillo de otro país. Se lo habrían gastado los habitantes del castillo -opinó Perséfone- Además, ¿cómo lo metería sin ser visto?
-Hay no aparece ningún castillo, simplemente es una torre-observó Alejandro-. Tal vez, indica el punto de partida desde donde contar los pasos. O eso es lo que se supone que debe indicar un mapa.
Perséfone caviló sobre lo que decía Alejandro y volvió a leer el tercer párrafo del poema. Mientras tanto, Ocho y Amarillo, que ya habían terminado de arreglar las velas, se acercaron a ellos
 -¿Habéis averiguado algo? ¿Necesitáis ayuda?-preguntó Amarillo sentándose al igual que Ocho
-Creemos que la torre indica un punto de partida desde el que contar, pero no estamos muy seguros-le explicó Alejandro señalando el mapa. Ocho y Amarillo lo observaron a la vez
-Sí, tal vez sea eso-dijo Perséfone mirándolos-, porque en el poema dice “cantando a los doce vientos”. Doce serán los pasos a contar desde la torre, ¿no?
-Además, “doce vientos” no es la frase correcta-pensó Amarillo- Sería “a los cuatro vientos”, ¿verdad?
-Bien observado, Amarillo-reconoció Ocho.
-Y el dibujo de debajo de la luna, quiere decir que hay que contar doce hacia la izquierda de la torre-explicó Perséfone-.Pero lo que no sé es en qué zona de la India está la torre
-Eso creo que lo sé, Per-dijo Alejandro cogiendo el mapa-. Está al noroeste y debemos empezar desde donde empiezan estas líneas discontinuas.
-Yo lo que no sé es que significa el dibujo de la derecha-dijo Ocho
-Es lo que hay en el círculo que interrumpe las líneas discontinuas, ¿no lo veis? La flecha del mapa indica que dentro de ese circulito hay estas... cosas-explicó Alejandro mientras señalaba el mapa, no sabiendo muy bien que eras aquellos dibujos del círculo.
-Que bien entiendes el mapa, capitán-lo halagó Amarillo impresionado
-Lo sé-dijo Alejandro con suficiencia-.Lo importante es que ya sabemos dónde ir. Supongo que cuando estemos en el camino, lo comprenderemos todo mejor. De momento, cuando lleguemos al Atlántico iremos rumbo hacia el sur.

Gracias al viento y al desplegar completo de todas las velas del barco, pronto, una noche, se encontraron navegando sobre el Océano Atlántico. Además, no se daba muestra de que Oruç los siguiera y eso les ponía a todos muy contentos. Al parecer, la bola de cañón de Dragón había tenido muy buenos resultados. Todos estaban de tan buen humor que, esa noche, en lugar de la típica cena con la vihuela de Cortés, decidieron jugar a los botes.
-¿Los botes?-preguntó Perséfone a Dragón mientras el resto iba en busca de estos, que estaban a ambos lados de la cubierta- ¿Qué es jugar a los botes?
-Sólo tenemos dos botes a cada lado, así que solemos montarlos en parejas, una por cada bote, o de tres en tres-respondió Dragón.
-Pero, ¿qué es?-insistió Perséfone.
-Bajamos los botes al agua pero los mantenemos atados con largas cuerdas, las cuales sostenemos desde la cubierta. Después, poco a poco y con cuidado, los colocamos en la parte trasera del barco tirando de ellos desde arriba con ayuda de las cuerdas -le explicó Dragón-. Atamos el extremo de la cuerda a la barandilla de la toldilla y dejamos que el barco arrastre los botes, haciendo que estos vayan mucho más rápido que normalmente. Es muy divertido, y acabas empapado.
Pronto el juego de los botes empezó. Se montaron en parejas y por turnos en los botes. Cuando acababa el turno de una pareja, ésta bajaba del bote y se dirigía a nado a la escala que tiraban desde la toldilla los que se quedaban en el barco; lo mismo, pero al contrario, hacían los que querían subir al bote. Todos parecían divertirse muchísimo cuando estaban en los botes y cuando volvían, como estaban muy mojados, se les tenía preparadas unas mantas en la toldilla, para que se secaran y no pasaran frío.
Perséfone no quería participar, no le apetecía mucho mojarse y le daba un poco de miedo. Pero tras la insistencia de Alejandro, Sacul y Cortés, al final se atrevió.
-Pero ten cuidado. Debes agarrarte rápido al bote, porque, una vez en el agua, éste viene hacia ti y si lo pierdes te quedas atrás-la avisó Sacul.
-Pero no vienen muy rápido, sólo debes estar atenta. No debes ir tu hacia ellos-aclaró Cortés.
-Bueno, basta de cháchara. Vamos a subir-dijo Alejandro viendo que regresaban Pies Largos, El Plumas, Ocho y Amarillo.
-Yo creo que mejor me quedo-dijo Perséfone a Alejandro mientras Sacul y Cortés bajaban por la escala.
-Vamos, Per. Será divertido. No dejes que el miedo te impida vivir-la animó Alejandro.
-Una cosa es vivir y otra arriesgarte tontamente-le dijo Perséfone- Además, no sé si sabré.
-Esto no es arriesgarte, te lo prometo-le aseguró Alejandro-. Mira, yo iré primero y te ayudaré, ¿vale? Confía en mí, te gustará.
-Bueno, vale.
Alejandro bajó por la escala seguido de Perséfone. Al llegar al último escalón de madera, debían saltar al agua porque la escala no llegaba hasta ella. Alejandro saltó y seguidamente esperó a que el bote se acerara a él para subirse. Perséfone, animada por Sacul, Cortés y Alejandro, también saltó al agua y con ayuda de éste último, se subió al bote en el que se encontraba.
-¿A que no ha sido tan terrible?-dijo Alejandro- Y mira que divertido.
Los dos botes estaban algo separados uno del otro para poder navegar mejor y no chocar entre ellos. Se movían con rapidez tras Pegaso, provocando que el agua salpicara levemente a ambos lados y , de vez en cuando, mojara a sus pasajeros.
Sacul y Cortés estaban en el otro bote divirtiéndose echándose agua el uno al otro o poniéndose de pie en él. Después utilizaron el remo para salpicar a Perséfone y Alejandro quienes también respondieron haciendo lo mismo.
Perséfone tenía que reconocer que se lo estaba pasando de maravilla, además de que Cortés, Sacul y Alejandro eran muy divertidos.
-La verdad es que se está muy bien aquí-reconoció Perséfone observando el mar y el cielo lleno de estrellas. Estaba completamente empapada, al igual que los demás
-Te dije que te gustaría-dijo Alejandro
-Parece como si las estrellas se hundiesen en el agua, ¿verdad?-comentó Perséfone señalando las estrellas cercanas al horizonte. Luego suspirando, añadió:-Es muy relajante
-Da sensación de libertad-dijo Alejandro-, es una de las maravillas del mar
De repente, algo grande salió del agua para volver a meterse cerca de uno de los lados de Pegaso.
-¿Qué ha sido eso?-preguntó Perséfone preocupada tras un grito ahogado
-No te preocupes, son delfines-le respondió Alejandro
-¡¿Delfines?! ¿En serio?-dijo Perséfone alegremente y moviéndose hacia la punta del bote, provocando que este se meciera bruscamente-. Nunca había visto… ¡Eh! ¡Ahí están! ¿Los ves? ¡Son dos!
-Sí, a veces aparecen por esta zona del mar. Les gusta saltar por al lado del barco, no sé por qué-explicó Alejandro acercándose a ella, cuando el balanceo pasó.
-¡Qué bonitos!-expresó Perséfone sin dejar de mirarlos
-No sabía que te gustasen tanto-dijo Alejandro sorprendido
-Sí, me gustan pero nunca había visto ninguno. Sabía que existían por los libros y las historias de la gente del puerto de Rísoen –le explicó Perséfone, luego volvió a decir:-¡Qué bonito!
-¿Quieres que los toquemos?-le preguntó Alejandro-. Los podemos llamar con comida, a veces funciona. Espera… ¡Barriga de Oso! ¡Lánzanos un pez o una fruta!... No me escucha, estará en la bodega.
-Podemos ir nosotros, capitán-le dijo Cortés al escucharle gritar-.Ya nos íbamos.
-Vale, pero rápido antes de que se vayan los delfines. Y haced que el barco vaya más lento y así se podrán acercar al bote.
Cortés y Sacul bajaron del bote y, agarrados a la cuerda que ataba el bote a la toldilla, llegaron a la escala para subir al barco. Pasados unos minutos, Sacul apareció por la barandilla y les lanzó dos sardinas que cayeron sobre el vestido de Perséfone.
-Gracias, Sacul. Ahora oleré a sardina-dijo Perséfone en voz alta para que la oyese mientras Alejandro se reía.
-¡De nada!-gritó Sacul y después desapareció de la barandilla.
Perséfone dio las sardinas a Alejandro, quien  puso uno de ellas cerca del agua, inclinándose hacían el delfín que tenían más cerca. El bote había aminorado su marcha y ya no levantaba agua. El delfín no parecía ver la sardina pero Alejandro insistió. Después de unos minutos, el delfín se hundió en el agua. Perséfone creyó que se había ido, pero se equivocaba, al segundo apareció junto al bote.
-Oh, es increíble-dijo Perséfone mirándolo sorprendida por la reaparición del delfín. Quería tocarle pero no se atrevía
-Toma, dale tú la sardina-le dijo Alejandro sonriendo-. Así aprovechas y lo tocas
Perséfone cogió la sardina por la cola y la puso sobre el alargado morro del delfín. La soltó y el delfín se la comió al vuelo. El delfín se quedó esperando otra y Perséfone aprovechó para acariciarlo un lado de la cabeza. Era un tacto realmente extraño, blandito y resbaladizo a la vez.
-Es genial-dijo Perséfone- Es precioso.
-Seguro que la próxima vez te apuntas en seguida al juego de los botes-le dijo Alejandro.
-Sí, me parece jugaré más a menudo-confirmó Perséfone sonriendo.
-Bueno, ¿volvemos a Pegaso?-le propuso Alejandro y después, señalando el cielo, dijo:-Creo que se avecina tormenta.
-De acuerdo
Alejandro cogió la otra sardina y la lanzó lejos del bote para que el delfín se fuera.
-Aprovechemos ahora-dijo Alejandro
Bajaron del bote y se acercaron nadando, ayudándose, como Cortés y Sacul, de la cuerda del bote para llegar a la escala. Alejandro ayudó a Perséfone a subir por la escala y en unos segundos volvieron a estar sobre Pegaso. Alejandro cogió rápidamente una de las mantas que habían dejado en la toldilla y se la echó por los hombros a Perséfone.
-Así no pasarás frío-dijo Alejandro tapándola.
-Gracias-dijo Perséfone sonriéndole-. Gracias por todo. Ha sido la noche más bonita y especial de mi vida.
-Me alegra que te gustase-se alegró Alejandro también sonriendo.
Se miraron en unos segundos mientras se sonreían. Poco a poco, sin darse cuenta, acercaron sus rostros y cerraron los ojos. Y cuando sus labios estaban a punto de tocarse… La tormenta los sorprendió con un fuerte trueno. Alejandro y Perséfone se sobresaltaron, separándose rápidamente. De no ser porque estaba oscuro, hubieran visto lo rojas que estaban sus caras.
-De...deberíamos…deberíamos irnos al camarote-balbuceó Alejandro rápidamente sin mirarla-. Quiero decir, yo…tú vas al camarote…yo voy a las bodegas
-Sí, vale-respondió Perséfone rápidamente sin mirarle también- Antes de que nos empapemos…bueno, ya estamos empapados. Para no mojarnos más.
-Sí, bueno, hasta mañana
-Hasta luego
Se dirigieron hacia el mismo tramo de escaleras a la vez y tropezaron al intentar bajar juntos.
-Lo siento-se disculpó Perséfone con timidez
-No pasa nada-la excusó Alejandro con rapidez-. Tú primero.
Finalmente, lograron bajar las escaleras. Perséfone se dirigió rápidamente al camarote. Una vez dentro, caminó lentamente hasta la cama y se sentó sobre ella muy despacio, aún tapada con la manta. Pensaba. No sabía que le había pasado. Había sentido algo tan…especial.
Pero, ¿qué le pasaba? ¡Casi lo besa! ¡A un pirata!
Pero es que ya no sólo era un pirata, era Alejandro.


Más en la próxima entrada
Suerte, luz, fuerza y feliz día a todos.