viernes, 13 de marzo de 2015

CAPÍTULO 19


¡Hola!
Casi estamos en el final, pero queda un último paso. ¿Qué pasará ahora con Perséfone? ¿Y con el capitán de Pegaso?



19

DE VUELTA A CASA


En los días que siguieron, Perséfone y Alejandro no se dirigieron la palabra. Alejandro salió por fin de las bodegas al segundo día, pero Perséfone se los pasó encerrada en el camarote del que sólo salía para comer.
Una noche, llegaron a un puerto portugués cercano a Galicia y Perséfone decidió bajar ahí. Los piratas la miraban con tristeza, se encontraban todos en la toldilla. Alejandro había entrado en el camarote tras parar el barco y no daba muestras de querer salir a despedirse de Perséfone.
-Quiero que sepáis que me lo he pasado muy bien con vosotros. Para mí sois unos grandísimos piratas y… no os olvidaré nunca-les dijo Perséfone con ojos llorosos.
-Nosotros nunca te olvidaremos, Per-prometió Barriga de Oso guiñándole un ojo.
-Siempre recordaremos como venciste a Oruç-le dijo Cortés.
-Sin cañón alguno-señaló Dragón.
-El que nos ayudaras a resolver los enigmas-dijo Profundo.
-O nuestra aventura en Granada y en Grecia-le dijo Cacín.
-No volveré a matar a ningún pájaro para conseguir sus plumas-le aseguró El Plumas-. Siempre usaremos el método de la comida, ¿verdad, Pies?
-Sí, de verdad-asintió Pies Largos.
-No olvides nuestras fiestas y la canción del pirata-le pidió Ocho-. De esta manera siempre estarás un poco más cerca de nosotros.
-Ni tu esgrima-le dijo Amarillo-. Nunca se sabe cuándo puede ser útil.
-Claro-rió ella.
-Tú…tú siempre serás mi chica preferida, Per-le dijo Sacul, y se acercó para abrazarla. Después, se separó pasándose los dedos por los ojos:- Vaya, parece que me ha entrado sal en los ojos.
-A mi también-dijo Pies Largos enjugándose la cara.
-Bueno…hasta otra-se despidió Perséfone. Suspiró, los observó una vez más y, antes de bajar por la escala, dijo:- Decidle a Alejandro que…tampoco lo olvidaré a él.

Una vez en el puerto, después de mirar como Pegaso se alejaba, Perséfone buscó al oficial, quien resultó ser un hombre bonachón y amable. En seguida supo quien era ella y se encargó de avisar al puerto de Rísoen de que por fin había aparecido.
Fue muy emocionante reencontrarse con sus padres. No dejaron de abrazarla y besarla durante mucho tiempo, no podían creer que la hubiesen encontrado sana y salva. Agradecieron al oficial el que la hubiese ayudado y dieron su recompensa a él. Más tarde, con el barco de sus padres, regresó a casa.
-Hija mía, cuanto me alegro de volver a verte en casa-le decía su madre ya en la habitación de Perséfone, después de que ésta se aseara y se pusiera el camisón-. Creí que no volvería a tenerte conmigo.
-Yo también estoy muy feliz de estar contigo. Pero no estés triste-le dijo Perséfone al verla llorar.
-Es de felicidad, hija-le dijo su madre, que volvió a abrazarla-. Ahora a olvidar todo lo malo. Mañana será un día muchísimo mejor que los anteriores.
-Sí-aún no había contado nada a sus padres sobre los piratas, esperaría a mañana.
Su madre la besó en la mejilla, le acarició el pelo y se fue de su habitación. Perséfone se tumbó en la cama. Por fin estaba en casa y se alegraba muchísimo de estar con sus padres, verles felices otra vez. Pero, aún así, esa felicidad no lograba llenar el hueco que sentía en su pecho.

A la mañana siguiente, la luz del sol la despertó. Al principio tuvo la fugaz creencia de encontrarse en el camarote de Pegaso, incluso le pareció notar el mecer de las olas. Por un segundo, le sorprendió encontrarse en su habitación. Perséfone se incorporó y miró su habitación sin verla verdaderamente. Todo parecía haber sido un sueño. ¿De verdad había pasado las últimas semanas en un barco pirata? ¿De verdad había tenido amigos piratas? ¿De verdad había ido tras las pistas de un tesoro? ¿De verdad había visitado tantos lugares y vivido tantas aventuras? ¿De verdad… de verdad había conocido a Alejandro?  Perséfone hundió la cara entre las sábanas de su cama y lloró en silencio. De repente, alguien irrumpió en su habitación. Levantó la cara y vio a Belinda.
-¿Estás…bien?-le preguntó Belinda al ver su cara llena de lágrimas
Perséfone la miró unos segundos y después negó con la cabeza. Belinda se sentó en la cama junto a ella y la abrazó. Perséfone agradeció ese caluroso gesto, lo necesitaba.
-No te preocupes, Perséfone. Ya pasó todo el peligro-la consoló Belinda mientras le acariciaba la espalda.
-No fue un peligro-le dijo Perséfone, apartándose de ella con delicadeza.
Belinda creía que había estado con unos horrendos piratas y había vivido cosas terribles al igual que sus padres y, pensándolo bien, lo que todos creerían.
-¿Cómo que no fue un peligro?-preguntó Belinda.
Entonces, Perséfone suspiró y decidió contárselo todo. Le explicó cómo eran los piratas con los que había estado, le habló sobre el tesoro pero no sobre Dybá, es mejor que siguiera creyendo que el gobernador David fue un hombre honrado. También le habló de Alejandro, de lo bueno que había sido con ella, de todo lo que había vivido con él, de lo que había sentido estando a su lado y cómo se había alejado de él, de lo triste que estaba por ello.
-Todo esto que me cuentas es increíble-reconoció Belinda mirándola sorprendida-. ¿Ese tipo de piratas existen de verdad? ¿En serio fuiste tras un tesoro?
-Sí, de verdad-le afirmó Perséfone con firmeza. Luego, suspiró alicaída.
-Oh, Perséfone, no estés triste. Al menos estás en casa con nosotros- la consoló Belinda, y después añadió con la voz temblorosa y ojos llorosos:- No sabes cuánto te echado de menos y lo preocupada que estaba por ti. Pensando que si te pasaba algo, nosotras…estábamos enfadadas y… Me sentía muy mal. Perdóname. Debí mencionarte ese baile de tus padres. Sé que no te gustan pero pensé que sería lo mejor para ti y…
-No pasa nada, Beli. Yo tampoco reaccioné muy bien. Estaba algo molesta ese día. Debí entender que tú sólo buscabas mi felicidad y lo mejor para mí-le dijo Perséfone-. Siento haberme portado mal contigo.
-Y yo también. ¿Amigas?-le preguntó Belinda sonriendo, tendiéndole una mano.
-Nunca hemos dejado de serlo- contestó Perséfone abrazándola, en lugar de darle la mano.
-Bien. Es hora de levantarse y salir de este cuarto-le casi ordenó Belinda separándose y poniéndose en pie-. Debes animarte. Hoy son las fiestas de San Juan.
-No sé si ir…
-Sé que detestas los bailes pero te divertirás. Además, el hijo del gobernador David, Leonardo, tiene algo preparado para ti-le contó Belinda-. Una especie de bienvenida en tu honor, esta noche. Así que muévete y ponte guapísima.
-No sé…
-Yo estaré contigo ¡Vamos! Nos divertiremos juntas, como antes-insistió Belinda.
-Bueno, está bien. Además, no quiero ser grosera con Leonardo.



***
Mientras tanto, en Pegaso  todo seguía más o menos igual, excepto que los piratas aún estaban algo tristes por la partida de Perséfone. Alejandro volvió salir a mediodía del camarote y, sin mirar a su tripulación, se dirigió al timón. Barriga de Oso lo siguió.
-Eso que has hecho ha estado muy mal-le recriminó Barriga de Oso.
-¿El qué?
-No salir a despedirte.
-No tenía ganas. Y tampoco tengo de hablar ahora, estoy con el timón-dijo Alejandro taciturno.
-Vamos, te conozco y sé que a veces finges navegar.
-No es verdad…
-¿Tan poco significó para ti que ni siquiera te despides?-le preguntó Barriga de Oso con el ceño fruncido.
-Claro que significó para mí. El problema es que yo no fui lo mismo para ella porque no le importó irse-repuso Alejandro enfadado.
-Sabes que no es cierto lo que dices y sabes que tenía razón... Escucha, nosotros también la echaremos mucho de menos, pero no la vamos a odiar por eso-le explicó Barriga de Oso-. Respetamos su decisión. Y aunque no podamos hacer que se quede, al menos haremos que se lleve un buen recuerdo de nosotros.
Alejandro no contestó, se quedó pensando durante un momento, y después sonrió a medias.
-De todas formas, ya es tarde-dijo Alejandro desanimado.
-Nunca es demasiado tarde según tú, ¿no? Hay segundas oportunidades-le recordó Barriga de Oso-. Y ella nunca se olvidará de ti, según nos dijo antes de abandonar el barco.
Alejandro miró a Barriga de Oso y volvió a sonreír, esta vez, más feliz.



Más en la próxima entrada. El final del la primera aventura de Pegaso se avecina.
Espero que os esté gustando mi regalo. Queda poco para que lo descubráis por completo.
Gracias por estar ahí, leyendo ;)

Suerte, luz, fuerza y feliz día a todos.

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