viernes, 22 de mayo de 2015

RECORDANDO A ARTHUR CONAN DOYLE


¡Hola!

Quería escribir esta entrada hoy porque es el 156 aniversario del escritor que dio vida a uno de los personajes literarios que más admiro. Arthur Conan Doyle, gracias por crear al mejor e inmortal detective Sherlock Holmes.
Gracias a ti miles de lectores se iniciaron en las aventuras de misterios, de la deducción y la lógica. 
Creaste un personaje tan grande que incluso llego hacerte sombra, olvidando algunos que tú y tu lápiz estabais detrás de su nacimiento.
Has inspirado a muchos otros a crear historias de misterio y detectives, ninguno a llegado a alcanzar la calidad del tuyo, pero también han sido grandes y admirados.
Siempre serás el padre del mundo de los detectives.
Gracias por dar vida a Sherlock Holmes.

"Cuando eliminas lo imposible, lo que queda, por improbable que parezca, es la verdad"
Resultado de imagen de sherlock holmes

martes, 5 de mayo de 2015

COMO SI FUERA UN SUEÑO


¡Hola!

Hoy por fin salió la Antologia de Relatos Cortos de Serial Ediciones. ¿Recordáis que os escribí sobre ello? ¿No? Refresco memoria.

Hace ya un mes participé en un concurso de relatos cortos que organizaba GrupMTM.  El relato, titulado "Como si fuera un sueño", fue escogido para formar parte de la antología de relatos que se publicaría con Serial Ediciones.


Pues bien. Ya ha salido la antología. Se ve muy entretenida porque tiene relatos de todos los géneros: ficción, miedo, erótico, fantasía...  Entre estos relatos está el mío, "Como si fuera un sueño". No perdáis la oportunidad de disfrutar de esta y otras historias.
En el siguiente enlace encontraréis más información
Relatos Cortos. GrupMTM

Mientras tanto, embarcaros en la aventura de Pegaso si aún no lo habéis hecho.
Os iré contando más detalles interesantes sobre literatura que vayan surgiendo en las próximas entradas.
Suerte, luz, fuerza y feliz semana a todos
:)

lunes, 4 de mayo de 2015

CAPÍTULO 20


¡Hola!
Aquí os traigo el final de la aventura. Espero que hayáis disfrutado de ella junto a estos locos piratas y Perséfone. Aquí se responde a una última pregunta ¿Volverá Perséfone a ver a Alejandro?



20

SEGUNDA OPORTUNIDAD

Perséfone contaba su historia una y otra vez. Bueno, la historia que se había inventado. Había escapado de los piratas mientras estos dormían, después corrió hacia la aldea más cercana de Andalucía, los piratas habían parado allí, y consiguió que unos amables ancianos la llevaran hasta Portugal. Aclaró que el pirata descrito por el guarda como su captor, era sólo un muchacho con el que se cruzó. El verdadero pirata era grande, con un parche en el ojo y un loro en el hombro.
-Tú historia se parece un poco a la que contó el gobernador David cuando escapó de los piratas cuando era joven- observó su tío Sebastián.
-No, a él lo recogieron unos pescadores-señaló Perséfone-, no unos abuelos en una carreta.
Había decidido no contarles la verdad porque nunca creerían que había dado con unos piratas muy buenos, y he de reconocer que se había basado en la historia del antiguo gobernador David.
Esa noche, las fiestas de San Juan se celebraban en la plaza del pueblo que se encontraba en el final de la calle principal. Leonardo, hijo del antiguo gobernador David, abrió el baile con un bonito discurso en el que hablaba sobre sus proyectos como gobernador y también expresaba su felicidad por tener de vuelta a Perséfone. Después del discurso, todos se pusieron a comer, beber y bailar. Las mesas de la comida limitaban la pista de baile junto con los músicos. Numerosas velas iluminaban el lugar y la música hacía agradable y animado el ambiente.
Perséfone, a pesar de su popularidad por haber escapado de unos piratas, se encontraba sentada en una de las sillas frente a la pistas de baile. Seguían sin gustarles las fiestas, aunque ahora las veía de una manera más animada, continuaba sin querer bailar con nadie; ninguno le parecía lo suficientemente bueno. Belinda se sentaba con ella de vez en cuando para charlar, pero después volvía a la pista de baile.
Perséfone, aburrida y alicaída, decidió mirar las estrellas. No se veían tan bien como en el mar y le recordaban a Alejandro, así que miró hacia sus zapatos. Llevaba un rato jugueteando con las manos, cuando una voz hizo que parase.
-Alguien como tú no debería quedarse sentada en un baile.
Perséfone levantó la cabeza rápidamente. Alejandro estaba de pie frente a ella.
-¿Qué haces tú aquí?-le preguntó Perséfone alegremente sorprendida.
-Yo quería pedirte…
Entonces, empezó a sonar una bonita y mágica melodía. Alejandro miró a los músicos y después a Perséfone. Ella le sonrió y él le tendió mano. Perséfone la aceptó y salieron juntos hacia la pista para bailar.  
No les importaba nada ni nadie, sólo estaban ellos dos. Se miraban el uno al otro como si intentasen memorizarse y recordar ese momento toda su vida. Bailaban como lo habían hecho esa noche en el barco, la noche en la que se besaron por primera vez. Bailaban cogidos de la mano, dando vueltas cambiando de vez en cuando la dirección. Bailaban muy cerca el uno del otro, para no perderse ni un segundo. Bailaban sin prestar atención a los pasos, uno frente al otro y sin dejar de sonreírse. Era un momento mágico, especial, un momento que parecía hecho sólo para ellos dos.
Lentamente, la música llegaba a su fin. Alejandro dándose cuenta de ello, se acercó a Perséfone dándole la mano, la besó en la frente a la vez que cerraba los ojos y dijo:
-Te quiero.
Alejandro se apartó de ella aún con su mano cogida. Perséfone le sonrió tristemente y viendo como una lágrima caía en el rostro de él. Éste agachó la cabeza, se dio la vuelta y se fue de la plaza.
Perséfone se quedó mirando el sitio por donde había desaparecido Alejandro. La tristeza volvió a envolverla de golpe. Después, bajó la vista y vio que en su mano había dejado un colgante. Era el trébol de cuatro hojas que había estado observando en el escondite del tesoro. Alejandro, en lugar de mirar el tesoro, la había estado mirando a ella. ¡Cuánto le gustaría marcharse con él…! Pero ella ahora estaba en el lugar correcto, donde le correspondía estar. Y si era el lugar correcto, ¿por qué no era feliz? El único momento en el que lo había sido fue cuando bailaba con Alejandro. Pero, había hecho lo que debía, ¿no? Había vuelto con sus padres para que supieran que estaba bien, había hecho las paces con Belinda, había limpiado el nombre de Alejandro… Ya todos estaban bien. Ahora debía ser feliz, ¿no? Pero su felicidad no estaba ahí, estaba junto a Alejandro, en el mar y con los otros piratas. Entonces, ¿qué hacía ahí?
-¿Quién era ese muchacho?-le preguntó Belinda llena de curiosidad, sacándola de sus pensamientos.
Perséfone la miró unos momentos y después sonrió.
-Me voy Belinda
-¿Cómo que te vas? ¿A dónde?
-Con Alejandro, él era Alejandro. Le quiero-le dijo Perséfone. Después se dio cuenta de lo que había dicho y lo volvió a repetir:- Le quiero. Y me voy con él.
Perséfone se dirigió hacia donde estaban sus padres, les abrazó y les besó.
-Mamá, papá, me voy. Volveré en unos meses, os lo prometo. Estaré bien-les dijo Perséfone rápidamente-. Os quiero mucho.
-¿A dónde vas?-preguntó su padre extrañado.
-Os lo explicará Belinda. Por favor, no me busquéis. Estaré bien, confiad en mí, vendré a veros a menudo. Hasta pronto.
Perséfone se fue de su lado deprisa y al pasar por al lado de Belinda, le lanzó el collar y dijo:
-Te echaré de menos. Y cuéntales a mis padres lo que te dije sobre Alejandro y los piratas.
Después se agarró las faldas del vestido y salió a correr hacia el puerto. Corrió como no lo había hecho nunca, rezando porque Pegaso no hubiera zarpado. Al llegar al puerto, no lo vio y pensó que había llegado tarde, pero recordó donde lo había encontrado la primera vez, muy apartado del resto de los barcos, hacia el final del puerto. Corrió hacia allí con todas sus fuerzas. Se detuvo antes de caer al agua. Pegaso había zarpado ya, aunque aún estaba a poca distancia del puerto.
-¡Alejandro!-lo llamó Perséfone, gritando-. ¡Alejandro!
Pero no la escuchaba, parecía que no estaba en la toldilla. Tuvo una idea.
-¡Profundo! ¡Profundo!
Profundo sí la escuchó.
-¿¡Per!? ¡Capitán! ¡Per está en el puerto!
Perséfone vio como Alejandro se asomaba por la toldilla.
-¡Per!-gritó Alejandro sorprendido-. ¿Qué haces ahí?
-¡Ya te dije una vez que no puedo estar tranquila si pienso en algo determinado durante mucho tiempo!-le gritó Perséfone-. ¡Y tú no dejas de estar en mi cabeza!
-¡Genial!-dijo feliz Alejandro.
-¡Además, qué hago aquí si ya he cumplido mi misión!
-¿Eso qué significa?-preguntó Alejandro ilusionado-.Significa que…
-¡Significa que no voy a esperar una segunda oportunidad para poder estar contigo!-le gritó Perséfone.
-¿Te quedas conmigo?
-¡Sí!
Perséfone escuchó jaleo a lo lejos, tras ella. Puede que fuesen sus padres, Belinda ya les habría explicado donde iba y con quien. Sin pensarlo ni un segundo, saltó al agua. Nadó hasta Pegaso lo más rápido que pudo. Alejandro echó la escala para que pudiese subir. Perséfone trepó por ella toda mojada y cuando estuvo en lo alto, Alejandro la ayudó a pasar a la toldilla dándole la mano.
-Y también decirte, que yo también te quiero-le dijo Perséfone con una sonrisa cuando estuvo frente a él.
Alejandro también sonrió. Perséfone le rodeó el cuello con los brazos y le besó. Toda la tripulación aplaudió entusiasmada.
-¡Yuhuu! –gritó Cortés de alegría.
-Yo sabía que volverías-dijo Sacul sonriendo de oreja a oreja.
-Yo también me alegró de veros- les dijo Perséfone mirándoles desde la toldilla.
-¡Perséfone! ¿Qué haces?
Perséfone se separó instintivamente de Alejandro ante aquella voz y miró hacia el puerto sorprendida. Allí estaba su madre, su padre y Belinda.
-¡Papá!
-¿Es tu padre?-preguntó Alejandro extrañado.
-Sí, y mi madre y esa es Belinda-contestó Perséfone, casi con vergüenza, a Alejandro.
-Oh…Belinda-dijo Alejandro comprendiendo que era la amiga de quien le había hablado.
-¡Perséfone! ¡Baja de ahí!-vociferó el padre de Perséfone .
-No te preocupes, papá. Estaré bien. Vendré a veros de vez en cuando-le gritó Perséfone.
-Pero…
-Te lo prometo-le dijo Perséfone-. Confiad en mí.
Sus padres se miraron entre ellos y después su madre preguntó:
-Pero… ¿seguro que estarás bien ahí?
-Sí, mamá. Aquí estoy perfectamente.
-Prométeme que volverás sana y salva.
-Se lo prometo, señora-contestó Alejandro todo lo educadamente gritando en lugar de Perséfone, la cual rió.
-¡Hasta pronto!-se despidió Perséfone viendo que cada vez estaban más lejos.
La madre de Perséfone se quedó algo nerviosa y dudaba entre quedarse donde estaba o correr a sacar a su hija de ese barco. Pero finalmente gritó:
-¡¡Te queremos!!
-¡¡Y yo!!-le respondió Perséfone.
Perséfone le dijo adiós con la mano muy entusiasmada. Poco a poco, sus padres empequeñecieron por la distancia y dejó de decirles adiós.
Después se volvió a Alejandro. De fondo se escuchaban ya la canción del pirata y las risas de la tripulación.
-No puedo creer que estés aquí-le dijo Alejandro mirándola maravillado.
-Pues créelo. Yo quiero estar contigo hoy, mañana y todos los días de mi vida-le dijo Perséfone también mirándole feliz. Después, le cogió de las manos y añadió bromeando:-¿Y bien? ¿Preparado para ver otro amanecer?
-Si es contigo, sí-respondió Alejandro sonriéndole.
Y se volvieron a besar bajo las estrellas, disfrutando del momento, de su amor y de la libertad que les otorgaba Pegaso.                                                           

                     



Esto no termina aquí. La historia continua, en otra aventura, en otro libro...
Espero poder mostrárosla pronto. 

Suerte, luz, fuerza y feliz día a todos.