¡Hola!
¿Os gustó la última historia? ¿Adivinasteis quien era su protagonista? Espero que sí, además, es clave en la segunda aventura de Pegaso.
Pues aquí os dejo otra historia adicional. Ésta rondaba por mi cabeza una y otra vez para dar respuesta a un detalle muy importante, ¿cómo Alejandro consiguió la nuez a través de su padre? La escena que narro a continuación, no dejaba de recrearse por mi imaginación, aunque no llegaba a completarla. Ahora, tras imaginar la segunda aventura de Pegaso, se ha completado de manera satisfactoria. Me encanta.
Aquí os la dejo.
La última vez
-Señor, tiene visita-le avisó la
criada desde la puerta
El hombre que yacía en la cama,
levantó un poco el mentón para mirar con ojos decaídos al acompañante de la
criada. Le reconoció casi al instante, a pesar de que los años ya habían pasado
por el hombre que esperaba en el umbral de la puerta.
-Déjale pasar, María-le mandó, y
con una sonrisa, añadió:-Es un viejo amigo del mar.
La criada asintió, haciéndose a
un lado para dejarle entrar. Después, hizo una leve reverencia y se fue, cerrando la puerta tras de sí.
-Acércate tranquilo, lo que tengo
no hace daño más que a mí mismo.
Esperó a que su visitante se
acercara a su cama para continuar hablando. Su voz sonaba débil, pero decidida,
acompañada por una descompasada respiración.
-¿Por qué has vuelto?
-Quería saber de ti, capitán, oí
rumores…
-No… ya no soy tu capitán, retira
esa palabra de tus frases-le casi ordenó mirándole con severidad. Luego, dijo
con sorna:- Ahora soy un noble y querido gobernador.
-Entiendo
-¿Qué has hecho todos estos años?
-Encontré un buen barco-respondió
el visitante con una sonrisa de orgullo, parecía haber estado deseoso de
comunicar aquello a su antiguo capitán-Soy su capitán desde hace ya 8 años. Se llama Pegaso.
-¿Pegaso? ¿Otra constelación?
-Sí… un pequeño guiño para no olvidar
mis buenos orígenes-dijo el visitante, haciendo un amago de señal hacia el
hombre de la cama al decir las últimas palabras.
El hombre rió entre dientes,
aunque pronto su risa se convirtió en una tos casi incontrolable.
-¿Se encuentra bien?-se apresuró
a preguntar el visitante
-Claro-contestó con voz ronca y
pidiendo con la mano que le acercase el vaso de agua que yacía sobre la mesita
de noche que había junto a su cama.
El visitante se lo dio y esperó
un rato a que terminase de beber para devolverlo a la mesita.
-Su criada me ha dicho su
situación…
-¿Mi situación?-bufó el hombre
por fin recuperado- Querrás decir mi final…
-Vamos, no diga eso, seguro
saldrá de esta. Es usted el hombre más fuerte y bravo que he visto en mi vida.
-Hasta a los más fuertes les
llega su hora, querido amigo…-le dijo con desgana, mirando sin ver, al parecer
perdido entre sus pensamientos- ¿Sabes? Pero no me preocupa… he hecho todo lo
que tenía que hacer… o más bien, lo que quería hacer-su voz seguía débil pero
fresca gracias al agua, pero su respiración seguía siendo pronunciada.
Alzó la vista para mirar por la gran ventana que había en el lado izquierdo de su habitación. Se podía ver el mar. Entonces, cerró los ojos y respiró hondo, volviendo a echar el aire con fuerza, como queriendo sentir aquello que podía ver por la ventana
-Sólo me arrepiento de una cosa. No poder morir en aquello que he querido y anhelado más que mi propia vida. Y…no, jamás, me arrepentiré de nada del pasado, pues todo lo que hice fue para que dicha vida fuese tan querida como la soñaba. Mis sueños no los viví dormido, sino despierto. Costará lo que me costara. Mi vida… o la de otro-ante esta frase miró hacia su visitante con firmeza- Sólo contigo puedo ser tan sincero, amigo mío… o más bien, pirata mío. Anhelaba decir esa palabra, “pirata”-movió los labios como si pudiera saborearla-Si en algún momento de mí desdichado final debo de ser completamente sincero, debe ser en este-suspiró y habló con más entereza que antes, aunque aún con un deje de debilidad- He hecho de todo. Lo he conseguido todo. He luchado, robado, aterrorizado, mentido, profanado, ultrajado y matado… Todo… Pero no me arrepiento, porque de ello me he servido para conseguir mi libertad y mi riqueza… sobre todo mi riqueza-y ante esta última palabra, acarició inconscientemente la nuez que colgaba de la cuerdecita que rodeaba su cuello. Tras un breve silencio, rió para sí, una vez más entre dientes, al recordar algo- ¿Sabes? Lo escribí. Ante ojos de todos yace. Realmente, sí he sido sincero, lo que ocurre es que este puñado de nobles no saben leer. ¡Debía de dejar constancia de mis hazañas! Sé que mil piratas las conocen, tendrán mi nombre en sus temerosas bocas, volviéndose a mirar a su espalda al pronunciarlo, temiendo que les escuche-sus ojos tornaron de un brillo malicioso, divirtiéndole esa idea- Pero, también las sabrán los nobles… las pueden leer cuando quieran, aunque sus ingenuas mentes no sepan lo que tienen ante sus ojos…-después, sus ojos volvieron a decaer y dirigirse con nostalgia a la ventana.- Sin embargo, lamentaré no morir en la mar, en mi querida carabela Orión. Todo buen pirata busca ese final… tú, amigo pirata, deberías buscar lo mismo. Morir en tu Pegaso…. Sí… cualquiera buscaría ese final…
Alzó la vista para mirar por la gran ventana que había en el lado izquierdo de su habitación. Se podía ver el mar. Entonces, cerró los ojos y respiró hondo, volviendo a echar el aire con fuerza, como queriendo sentir aquello que podía ver por la ventana
-Sólo me arrepiento de una cosa. No poder morir en aquello que he querido y anhelado más que mi propia vida. Y…no, jamás, me arrepentiré de nada del pasado, pues todo lo que hice fue para que dicha vida fuese tan querida como la soñaba. Mis sueños no los viví dormido, sino despierto. Costará lo que me costara. Mi vida… o la de otro-ante esta frase miró hacia su visitante con firmeza- Sólo contigo puedo ser tan sincero, amigo mío… o más bien, pirata mío. Anhelaba decir esa palabra, “pirata”-movió los labios como si pudiera saborearla-Si en algún momento de mí desdichado final debo de ser completamente sincero, debe ser en este-suspiró y habló con más entereza que antes, aunque aún con un deje de debilidad- He hecho de todo. Lo he conseguido todo. He luchado, robado, aterrorizado, mentido, profanado, ultrajado y matado… Todo… Pero no me arrepiento, porque de ello me he servido para conseguir mi libertad y mi riqueza… sobre todo mi riqueza-y ante esta última palabra, acarició inconscientemente la nuez que colgaba de la cuerdecita que rodeaba su cuello. Tras un breve silencio, rió para sí, una vez más entre dientes, al recordar algo- ¿Sabes? Lo escribí. Ante ojos de todos yace. Realmente, sí he sido sincero, lo que ocurre es que este puñado de nobles no saben leer. ¡Debía de dejar constancia de mis hazañas! Sé que mil piratas las conocen, tendrán mi nombre en sus temerosas bocas, volviéndose a mirar a su espalda al pronunciarlo, temiendo que les escuche-sus ojos tornaron de un brillo malicioso, divirtiéndole esa idea- Pero, también las sabrán los nobles… las pueden leer cuando quieran, aunque sus ingenuas mentes no sepan lo que tienen ante sus ojos…-después, sus ojos volvieron a decaer y dirigirse con nostalgia a la ventana.- Sin embargo, lamentaré no morir en la mar, en mi querida carabela Orión. Todo buen pirata busca ese final… tú, amigo pirata, deberías buscar lo mismo. Morir en tu Pegaso…. Sí… cualquiera buscaría ese final…
-¿Dónde está Orión? Podría ayudarle a volver, ingeniar algo…
-No…-respondió, acentuándose su
voz débil y recostándose sobre las almohadas que lo ayudaban a estar
incorporado- La camuflé… vuelve a ser noble… La heredará mi hijo, Leonardo-después,
sonrió y le miró- ¿Le has visto? Se está convirtiendo en todo un hombrecito…
-¿Será pirata?-se atrevió a
preguntar el visitante
-Será lo que quiera ser y a mí me
gustará lo que elija, pues sé que será feliz con aquello que desea… ¿Quién
disfruta, quién se siente libre y vivo, cuando se siente obligado a hacer algo
o, peor, a ser alguien que no quiere?... Si quiere ser pirata, será pirata.
Quiere ser gobernador, será gobernador. Yo seré feliz con su elección-al ver la
expresión de su amigo, ante la posibilidad de que no fuera pirata, dijo:- Algún
día lo entenderás, cuando tengas un hijo.
-Lo tengo
-¿Ah, sí? ¿Y es pirata?
-Más o menos… Ahora no lo es…
-¿No quiere?
-Sí, le encanta ser un pirata.
Piensa que es lo mejor… -respondió su amigo, con una sonrisa, pero después esta
decayó al decir- Pero sólo era un crío… Lo dejé hace años.
-Pero, ¿él no quería dejarlo?
-No
Se hizo un tenso silencio entre
ellos. El hombre de la cama lo observó con curiosidad, el visitante desviaba su
mirada, parecía incómodo ante aquel tema, como si algo le enojara. El hombre
enfermo sabía reconocer esa clase de enojo, el que nace del conflicto del
querer y no poder. Su voz débil y cansada rompió tan rudo silencio.
-¿Sabes por qué deje de ser
pirata?
-Siempre me lo pregunté
-Hubo algo que… digamos, algo que
anhelaba y quería más que mi vida en la mar. No quería dejar de estar a su
lado… Y nada ni nadie me obligó a privarme de aquello que deseaba.
Su amigo por fin se decidió a
mirarle, topándose con una dura mirada. El hombre tumbado pudo observar como
los pensamientos y, quizá, los sentimientos bullían en el que había sido uno de
sus piratas. Luego, su amigo tragó saliva y su expresión se relajó aunque su
ceño seguía fruncido, como si acabara de tomar una firme decisión u opinión
importante sobre la que aún cavilaba.
-¿Sabes? Después de todo, mi
final aquí no será tan malo-comentó volviendo a romper el silencio. Su
amigo se limitó a sonreír, comprendiendo lo que quería decir. Cambió de
tema:-¿Has conseguido buenos tesoros con ese tal Pegaso?
-Un par…-bufó tras reflexionar
unos segundos, al parecer encontrando algo en lo que pensaba levemente
gracioso.
-¿Oro?
-Y piedras preciosas-asintió su
amigo, con una enigmática mirada.
Volvió a observar a su amigo
pirata con curiosidad. Siempre se le había dado bien evaluar a las personas,
incluso sus comportamientos más silenciosos. Lo adivinado le hizo reír. Pero detuvo sus carcajadas al notar que estás
se tornaban de nuevo en una fuerte tos. Pidió agua otra vez para calmarla.
Cuando terminó, se sintió aún más débil y cansado. Dejado el vaso en la mesita,
se dedicó de nuevo a su amigo, tal y por donde lo había dejado, como si nada
los hubiera interrumpido.
-Bien, un buen pirata siempre…
guarda sus valiosos secretos...-dijo pudiendo por fin hablar, aunque apenas podía
decir dos frases juntas sin terminar agotado, respirando fuerte. Otra vez,
antes sus últimas palabras, acarició el colgante con la nuez.- Por algo se
empieza… ¿Cómo se llama él?
-¿Quién?
-Tu hijo… oh, vamos,… sabes que
nunca me gustó repetir algo… que es evidente….-le dijo, casi adormilado, pero
no impidiéndole ser duro con su amigo ante aquella actitud que le molestaba.
-Alejandro, se llama Alejandro.
El hombre tumbado sonrió
suavemente, terminando por cerrar los ojos. El pirata se acercó a él
preocupado, creyendo lo peor. Se tranquilizó al comprobar que respiraba, viendo
su pecho subir y bajar.
Le costaba creer que alguien tan
temido, alguien que había aterrorizado los mares, logrando, como decía, todo
aquello que quería sin que nada fuera obstáculo para él, ahora estaba en su
final.
Bajó su mirada por su cuello,
quedándose clavada en la nuez que colgaba de él. El pensamiento y la deducción que había
aparecido en su mente al verle acariciarla en momentos claves de su
conversación, volvieron a él con fuerza.
Reflexionó sólo una vez más y vaciló por un instante. Miró
instintivamente la puerta, deteniéndose aún más en mirar al hombre que yacía
dormido frente a él, temiendo que despertara. Aunque ¿qué más daba si lo hacía?
Aquel debilucho, enfermo y viejo hombre no era el terrible pirata que había
conocido. En un segundo, tiró seca y rápidamente del colgante con la nuez,
arrancándoselo del cuello y metiéndosela con avidez en su bolsillo.
Volvió a mirar con un suspiro de
alivio al que había sido su capitán, al comprobar que seguía dormido. Había
sido un buen pirata con él, le había enseñado mucho, lo había hecho parte de su
tripulación cuando sólo era un muchacho… pero más bueno y valioso debía de ser
el gran tesoro que había acumulado durante sus años de cruel pirata. Tantos viajes, tantas tierras e islas
visitadas, tantos navíos abordados y hundidos… ¡había visto tanto junto a él!…
y, más aún, habían robado. Sin embargo, por muy “amigo pirata” que lo
considerara, sólo era uno más en su tripulación, jamás le había revelado donde
ocultaba todo el tesoro. Pero algo le decía que aquella nuez que tanto había
cuidado, le llevaría hasta él.
Observó que seguía desvanecido,
antes de irse avisaría a la criada para que le atendiera.
No olvidaría jamás a ese hombre y mucho menos la conversación que acababan de tener. Ni su confesión sobre el mar, ni sobre lo que había escrito… ¿de verdad había escrito acerca de sus hazañas como pirata sin que los torpes nobles de aquel puerto lo adivinaran? A veces la gente cree lo que le conviene aunque la verdad esté frente a ellos, pensó.
No olvidaría jamás a ese hombre y mucho menos la conversación que acababan de tener. Ni su confesión sobre el mar, ni sobre lo que había escrito… ¿de verdad había escrito acerca de sus hazañas como pirata sin que los torpes nobles de aquel puerto lo adivinaran? A veces la gente cree lo que le conviene aunque la verdad esté frente a ellos, pensó.
Tampoco olvidaría su consejo
silencioso, ni la decisión que había tomado a raíz de oír sus palabras.
Alejandro sería un buen pirata, él le enseñaría a ser aquello que quería ser sin
que nada ni nadie se lo impidiese… ¿Y si resultase ser otro terrible pirata
temido por todos? Nada ni nadie sería problema… Sí, primero se encargaría de su
hijo y después, juntos, irían tras el tesoro que encontraría con ayuda de
aquella nuez.
Se dirigió hacia la puerta
dispuesto a marcharse, pensando en curiosear por ahí sobre algo interesante
escrito por aquel enfermo “gobernador". Puso la mano en el pomo de la puerta para abrirla, no antes queriendo echar un último vistazo a aquel hombre que yacía moribundo en la cama, pues intuía que esta sería la última vez que vería al terrible pirata Dybá.
¿Os gustó? Para mí quedó perfecta. Me gustó indagar y poder mostrar algo más del pirata Dybá. Siempre he creído que si me decidiera a contar su historia completa, toda ella sería sangrienta, de luchas, terribles peleas y enormes tesoros. Le tengo mucho respeto, por eso, si me decidiera a escribirla, lo haría con mucho cuidado y dedicación.
Incluso lo dibujé. No soy una artista pero...me hacía ilusión.
Sé que algunos detalles de esta historia extra quedan inconclusos para vosotros, pero los comprenderéis mejor (sobre todo los pensamientos del padre de Alejandro) cuando podáis leer la segunda parte de Pegaso.
Nada más que decir, prometo más cosas interesantes en la próxima entrada.
Suerte, luz, fuerza y feliz día a todos
Holaaa :) Me gusta mucho com escribes :) Podrias poner en una proxima entrada alguna nueva noticia, o algo parecido...jajaja Besos
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