viernes, 9 de enero de 2015

CAPITULO 15


¡Hola!
Continúa la aventura. El tesoro está más cerca de lo que creen...



15

EL TESORO DEL PIRATA DYBÁ


Llegaron a la India a la noche siguiente, dirigiendo el barco a la zona que indicaba el mapa desde donde comenzaban las líneas discontinuas hacia el tesoro. Ese lugar era una solitaria y desierta playa. Siguiendo la dirección que indicaba el mapa con ayuda de la brújula de Amarillo, al noroeste, empezaron sus andanzas hacia el tesoro. Todos habían vuelto a bajar del barco viendo que nadie podría llegar hasta aquella playa, a no ser que fuese muy temerario. Les costó bastante salir de aquel lugar tan remoto, siempre teniendo en cuenta lo que indicaba la brújula y observando el paisaje en busca de alguna torre.
Por fin, consiguieron dejar atrás aquella playa, después de escalar grandes rocas y atravesar espesa vegetación, era como si una especie de montaña ocultara dicho lugar. Tras varias horas andando, cuando empezaba a amanecer, se cruzaron con varias casas, gente y aldeas por el camino. Decidieron preguntar, mediante dibujos y señas, por una torre famosa del lugar y descubrieron que, tras varios nombres dados por la mujer a la que preguntaron, la torre que buscaban era la llamada Torre de la Victoria.
-Claro, por eso decía el poema “cantar victoria”-dijo Perséfone cuando hubieron dejado atrás a la mujer.
-Lo malo es que tardaremos mucho en llegar allí-se lamentó Sacul- Según la señora, la torre está a dos días de camino.
-Es que tal vez no tengamos que llegar a la torre-dijo Alejandro mirando el mapa-Porque según esto, a mitad de camino se encuentra esta otra cosa que no sabemos que es.
-Lo mejor será que continuemos, y ya veremos qué cosa tiene esa forma-propuso Barriga de Oso
-Sí, será lo mejor. Ya pararemos cuando anochezca en cualquier sitio-dijo Alejandro
Todos continuaron el camino hasta que la oscuridad de la noche les hizo detenerse y dormir a la intemperie. Alejandro y Perséfone se lanzaban miradas y se sonreían de vez en cuando. Se mostraban algo cortados entre ellos y tampoco querían ser demasiado cariñosos delante de los piratas, no se les había ocurrido contarles nada porque sabían que se reirían de ellos. 
Al segundo día de camino, robaron dos pares de sacos para llenarlos de oro si encontraban el tesoro y una gran carreta tirada por dos caballos, lo cual hizo que fuesen mucho más rápido. Tras muchas horas, cuando empezaba a anochecer, divisaron una gran torre.
-¿Será esa?-se preguntó Dragón
Conforme más se acercaban, vieron que la torre estaba rodeada por lo que parecía un amplio fuerte amurallado.
-Genial, ¿y ahora como entraremos si es esa?-preguntó Amarillo con fastidio
Todos miraron a Alejandro mientras Ocho conducía la carreta a través de un puente.
-Primero preguntaremos como se llama esa torre y después buscaremos que es esto-dijo Alejandro señalando el segundo dibujo del mapa- Porque sea lo que sea, se supone que nos llevará a la torre sin problemas, ya que el pirata Dybá iba hasta ella varias veces y nunca lo capturaron.
Dejaron la carreta oculta entre unos matojos cercanos a las murallas del fuerte e hicieron lo que mandó Alejandro. Mientras algunos buscaban en los alrededores del fuerte algo parecido al dibujo del mapa, otros preguntaron a una de las personas que vivían cerca de allí.
-¡Nos han dicho que sí es la Torre de la Victoria! Se construyó en 1449, en honor a la victoria de un rey en una batalla-contó Pies Largos quien había ido a preguntar con Dragón, Ocho y Profundo.
-Ese fue el año en el que nació el gobernador David-se fijó Perséfone-. Supongo que por eso elegiría esta torre para esconder el tesoro.
-Muy bien, pero ahora creo…creo…creo que me voy a volver loco-terminó diciendo Alejandro algo desesperado. Llevaba ya un buen rato buscando lo que indicaba el dibujo:-Aquí no hay nada.
-Debe de haber algo-dijo Cortés también desesperado- Y está oscuridad no ayuda mucho.
Habían dejado muy atrás la carreta, andaban cerca de una zona donde el río quedaba bastante cerca del muro que constituía el fuerte. Nada se parecía al dibujo.
-Vamos, tranquilos. Seguro que lo encontramos-los animó Perséfone
-Pero es que aquí sólo hay rocas. Ni si quiera al lado del muro hay algo parecido al dibujo-dijo molesto Amarillo- Sólo rocas, rocas y más… ¡eh!
-¿Qué?-preguntó Alejandro volviéndose rápidamente hacia él
-Eso, eso es igual al dibujo-indicó Amarillo señalando emocionado una gran roca
-Amarillo, eso es sólo otra roca-dijo El Plumas-. Ver tantas rocas te ha enloquecido
-¡No! Mira, ahora entiendo el dibujo-insistió Amarillo-. Es una roca grande, otra redonda y pequeña al lado y, junto a ellas, un matorral.
Alejandro miró el mapa y después las rocas que señalaba Amarillo
-Podría ser una coincidencia. Sólo son rocas-dijo Alejandro- Cómo pasaría Dybá por unas rocas… ¿Qué haces Profundo? Ten cuidado, si te ven los guardias nos echarán o tendremos que salir corriendo una vez más.
Aunque lo cierto era que aún no habían visto ningún guardia, el pirata Dybá sabía lo que hacía cuando escondió su tesoro.
-Nunca subestimes el poder de la naturaleza, capitán-dijo Profundo, quien retiraba con dificultad la roca más grande que había junto al matorral- Tal vez… ¡Ajá!
Todos se acercaron rápidamente hacia donde estaba Profundo. Detrás de la roca, medio oculto por el espeso matorral, había un túnel donde cabía perfectamente un hombre agachado.
-¡Oh, es fantástico, Profundo! Te besaría-dijo Alejandro muy contento, observando el túnel. Como todos lo miraron, aclaró:-Era una broma, no lo voy a besar. No te ofendas, Profundo
-No me ofendo, capitán-repuso Profundo.
Uno por uno, fueron entrando en el túnel, el último volvió a empujar la piedra para medio cerrar la entrada. Caminaban encorvados debido a que el techo era muy bajo.
-No se ve nada-dijo Ocho. Su voz resonó en el túnel
-Guiaros tocando la pared-aconsejó Alejandro que iba el primero
-Apesta, y no es Dragón-dijo Cacín, provocando que rieran
Parecía ser un antiguo conducto de alcantarillado que llevaba mucho tiempo sin ser útil. Por el final, el suelo se inclinaba hacia arriba y en el techo había una especie de puerta redonda. Alejandro la abrió con cuidado, sólo unos centímetros para poder ver si había guardias cerca. Al comprobar que no, salió y se encontró en una especie de bosque. Frente a la puerta del túnel estaba, únicamente separada por un pequeño muro, la Torre de la Victoria.
Cuando todos hubieron salido, sin hacer ruido, cerraron la puerta del túnel que desde fuera quedaba muy bien disimulada por la hierba que crecía sobre ella.
-Veamos, según el poema debíamos contar doce pasos, ¿no?-consultó Alejandro a Perséfone en voz baja.
-Sí, hacia la izquierda-respondió Perséfone
-Bien, movámonos con cuidado y sin que nos vean-ordenó Alejandro a los piratas- Y poned algo sobre la entrada, para que luego podamos distinguirla. Una piedra, un palo…
Alejandro empezó a contar los doce pasos mientras el resto lo seguía atento por si aparecía un guardia. Al terminar de contar se encontraron delante del mismo muro que rodeaba la torre, sólo que unos poco metros a la izquierda.
-¿Ya está?-se extrañó Alejandro- ¿No nos habremos confundido? Aquí no hay nada.
-Sí, lo hay, capitán-dijo Ocho señalando un ladrillo del muro- Mira, está grabada la luna esa.
Todos miraron el ladrillo y, efectivamente, allí estaba la luna de Dybá. Alejandro la tocó pero no había nada extraño en ella. Entonces se dio cuenta.
-Claro, estamos encima-explicó Alejandro feliz- El tesoro está debajo de nosotros
Los piratas se miraron entre ellos y, de inmediato, se agacharon para empezar a escarbar con las manos. Unos segundos después, Pies Largos habló:
-¡Aquí hay una cerradura!-indicó ilusionado, señalando la cerradura llena de tierra y polvo que había desenterrado. Estaba justo debajo de la luna del muro
-Abre-le dijo Alejandro dándole la llave que tenía en el cuello
Pies Largos nervioso, introdujo la llave en la cerradura, miró a sus compañeros que estaban de pie animándole con la cabeza, y la giró. Inmediatamente, bajo los pies de Sacul, que se encontraba frente a él, se abrió una trampilla y cayó por el hueco.
-¡Sacul!-lo llamó Alejandro lo más bajo que pudo-Sacul, ¿estás bien?
-Sacul, di algo-dijo Cortés agachándose al lado del hueco que había dejado la trampilla.
-¡Bajad! Rápido- se oyó decir la voz de Sacul, que sonaba emocionada.
Tras varios empujones entre ellos, todos lograron bajar de un salto. Sacul estaba de pie, en una pequeña habitación, frente a montañas de oro. Miles de monedas de doradas rebosaban de los baúles en donde se encontraban, llegando a esparramarse por el suelo. No sólo había monedas, sino también joyas, piedras preciosas, brillantes espadas con relucientes escudos,…el tesoro del pirata Dybá yacía frente a ellos.
Los piratas se miraron entre ellos durante unos segundos, para después gritar de alegría y abrazarse los unos a los otros llenos de emoción. Por fin, después de tanto tiempo y tortuosos esfuerzos habían logrado encontrar su ansiado tesoro.
-¡Somos unos auténticos piratas!-decía Cortés
-¡Y ricos!-dijo Cacín con alegría
-Porque sois una tripulación fabulosa-los elogió Alejandro- Gracias, muchachos, por ser parte de ella.
-No seríamos nada sin un gran capitán-expresó Profundo
Todos se abrazaron en grupo muy felices. Todos menos Perséfone, quien estaba algo retirada, disfrutando de la alegría de los piratas.
-Ven a abrazarnos, Per-la llamó Dragón viéndola apartada- Tú también formas parte de nuestra hazaña.
-Sí, ya te dije que eres nuestro tesoro más apreciado -le dijo Alejandro acercándola al grupo tirándole de la mano
-Fuiste lo mejor que pudimos encontrar-dijo Ocho
-Vosotros sí que fuisteis lo mejor para mi-expresó Perséfone
-Oh-corearon los piratas divertidos, mientras volvían abrazarse en conjunto
-Pero, ¿qué estamos haciendo?-preguntó Sacul separándose del grupo-Disfrutemos del tesoro
Todos estuvieron muy de acuerdo. En seguida se pasearon por la habitación observando y llenado los sacos con el tesoro. Perséfone también ayudaba a cargar los sacos, además le encantaban las joyas que había allí, sobre todo un colgante pequeño con forma de trébol que se detuvo a mirar para comprobar que las hojas eran auténticas esmeraldas.
-Será mejor que no nos lo llevemos todo. Sería difícil cargar con ello todo el camino-dijo Alejandro-. Podemos volver después a por más si queréis.
Los piratas asintieron, acordando llevar únicamente lo que cupiese en los sacos sin llegar a llenarlos del todo. Cuando terminaron, salieron por el hueco, cerraron la trampilla con llave tras ellos y volvieron a meterse por el túnel. Por fin, tenían el tesoro de Dybá


Más en la próxima entrada.
Suerte, luz, fuerza y feliz día a todos.

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