viernes, 10 de octubre de 2014

PEGASO EN MI BLOG (Capítulo 4)


¡Hola!

¿Sabéis? Antaño, los escritores no publicaban sus historias en forma de libro directamente. Antes, los escritores publicaban aquello que habían escrito, capitulo por capitulo, en una revista. De esta manera, no lo soltaban todo de golpe y dejaban al ávido lector con ganas de más. Esto le servía, no sólo para atraer a lectores sino para saber si gustaba su historia y, así, dependiendo del éxito, publicarla en forma de libro.  

Tras mucho reflexionar,  he decidido publicar aquí todos los capítulos (por temporadas) de Pegaso.
Una historia, un libro, se escribe por una única razón: para ser leído. Para alguien que escribe, sus historias no son un negocio, sino trocitos de su alma. Como dichos trocitos, no les gusta que jueguen con ellas. Si no son leídas, mueren.
Sé que Pegaso es un buen libro, quizá yo no sea la mejor de las personas para decirlo (podría haber caído en una mente mejor, en la invención de una persona más curtida en la vida y más luchadora, que no se dejase menguar), pero sé que es una buena historia. Siempre he creído que los autores que escriben libros, lo han escrito porque han sido bendecidos, se les ha dado un don o algo parecido, para que pudiesen dar a conocer algo que necesitaba salir a la luz y ser leído por el mundo para ayudar o enseñar o dar la oportunidad de dejar sus problemas atrás a las personas que lo leyeran.  Yo no soy una gran escritora, simplemente he sido una mano a la que se la dado la posibilidad de dar a conocer una aventura. Y eso he hecho con Pegaso.
Así que, sin más reparos, os dejo con el cuarto capitulo de Pegaso (recordar que los tres primeros están en una anterior entrada). Espero que os guste ;)




4

EL SECRETO DE LA NUEZ


-¡PER! ¡PER!
Perséfone se despertó sobresaltada. Estaba tumbada en el suelo del barco, en el mismo lugar donde se había quedado dormida, pero con una manta encima. Vio que delante suya se encontraba el hombre que se hacía llamar Pies Largos, aunque sus pies eran normales, a decir verdad, eran bastantes pequeños.
-¡Ven! Vamos a abrir la nuez- le dijo rápidamente y se dio la vuelta para bajar hasta la cubierta.
Perséfone se levantó y lo siguió. Todos los piratas estaban reunidos en torno a Alejandro, quien se quitaba de nuevo la nuez del cuello con una mano mientras que con la otra sostenía un cuchillo.
-Ya la he despertado-informó Pies Largos felizmente. Siempre era muy efusivo.
-A ella y a todo el mundo. ¡Vaya voces!-dijo gruñonamente Barriga de Oso.
-Bueno, ya que estamos todos aquí, intentemos abrir la nuez, ¿no?-dijo Cortés bajando del cañón donde había estado sentado.
Los demás piratas asintieron impacientes dándole la razón a Cortés. Alejandro los miró y luego miró con inseguridad la nuez.
-Como se rompa, será por vuestra culpa-les amenazó Alejandro y luego, mirando a Perséfone, preguntó:-¿Algún consejo para abrirla por la mitad limpiamente?
Perséfone, tras pensarlo un momento, y recordando a su padre comiendo nueces en Navidad, dijo:
-El cuchillo debería atravesar la nuez justo por la línea que separa las dos mitades, justo por esa línea. Después, ya sabes, muévelo hacia un lado y se abrirá.
-Vaya consejo…-murmuró El Plumas a Pies Largos
Alejandro quitó el cordel que atravesaba a la nuez por medio de unos agujeritos. Después, colocó el cuchillo por la parte más ancha de la nuez y lo hincó con cuidado, tal y como le había dicho Perséfone. Cuando el cuchillo se hubo hincado en la nuez por completo, mientras sujetaba con una mano firmemente la nuez, con la otra giró el cuchillo. Se escuchó un ¡crac! Todos contuvieron la respiración. Alejandro abrió la mano donde tenía la nuez y vio con sorpresa como la mitad de ella se le escapaba entre los dedos y caía al suelo.
Todos aplaudieron con entusiasmo y alegría, incluso Perséfone aplaudía. Alejandro sonrió aliviado a su tripulación y después miró la mitad de la nuez que aún tenía en la mano. En ella había un pequeño papel muy doblado.
-¡Eh! Aquí hay algo-avisó Alejandro y dejó el cuchillo en el suelo. Todos lo miraron mientras cogía el papelito y lo desplegaba.- ¿Qué es esto?



                          



Eso sí que no tenía pinta de mapa. Estaba claro que era un acertijo, no tenía ni pies ni cabeza. Los piratas se acercaron a Alejandro para mirar el papel, todos pusieron la misma cara de extrañeza. Perséfone, antes de mirar, se agachó para recoger del suelo la mitad de nuez que se había caído.
-Per, ¿tú qué opinas?- le preguntó Cacín- Yo creo que si está relacionado con el poema. Mira, tiene las mismas lunas. Las tres.
Perséfone se sorprendió un poco de que se dirigiera a ella, pero aun así acercó y miró el papel que sostenía ahora Cacín.
-Sí, tienes razón son las mismas-coincidió Perséfone- Y creo que cada una corresponde con su gemela de cada párrafo del poema.
Mientras tanto, Alejandro observaba junto con otros dos piratas el papel que contenía el poema de Dybá.
-Sí, yo también lo creo- dijo Dragón que miraba el poema.
-¡Uf! Dragón, te dijimos que por las mañanas no nos hablaras demasiado-le recordó Cortés que estaba a su lado tapándose la nariz con los dedos.
Todos rieron, y Perséfone comprendió porque le llamaban Dragón: le apestaba el aliento.
-Creí que podría hacer una excepción-dijo Dragón también riendo, haciendo visible la falta de varios dientes.
Perséfone los ignoró y siguió observando el papel. Parecía que aquellas lunas indicaban los pasos a seguir. Razonó que primero debían descifrar una parte y después las otras dos, y eso mismo le explicó a Alejandro. Este asintió y dijo:
- Mira los dos a ver qué sacas, porque yo no entiendo ni papa.
Perséfone se acercó a Alejandro y miró el poema a la vez que el otro papel. El primer paso, la primera luna con sólo un punto. En el poema correspondía al primer párrafo y en el papel de la nuez con unos numeritos.
-Tal vez, sea contar las palabras-dijo Perséfone
Al contar las palabras guiándose por los números, formó la frase “Nada ella fue vi Andalucía”. Eso no tenía sentido. ¿Y volver a contar desde la última palabra contada? Tampoco. El párrafo acababa antes del número trece. ¿Y si contaba las letras en lugar de las palabras? Al probar, volviendo al principio cada vez que debía contar otro número, le salieron dos consonantes unidas, “ln”. Probó de nuevo contando desde la última letra contada.
-¡Sí!- dijo Perséfone con alegría, asombrada por su deducción.
-¿Qué?, ¿qué?- preguntó Alejandro impaciente, al igual que el resto de los piratas.
-Llave. Siguiendo los primeros números y contando las letras del primer párrafo del poema, se crea la palabra “Llave”-explicó emocionada Perséfone a los piratas y a Alejandro.
-¡Fantástico! ¿Y qué más?- preguntó Alejandro ansioso.
-Es que… ¿Qué creéis significará esta espiral?-preguntó Perséfone pidiendo algo de ayuda.
Los piratas se arremolinaron alrededor de ella y de Alejandro.
-Un laberinto-dijo Amarillo
-¿No seas tonto? Qué laberinto va a ser-le contradijo Cortés- Se supone que debe ir en acorde al poema, ¿no? Quizás signifique que le des la vuelta
-¿Leerlo al revés?-se extrañó Ocho- Eso no puede ser
-Mira, si lo pones junto al poema, parece decir que vuelvas a leerlo desde el principio- le dijo Profundo a Perséfone con su paulatina voz.
-No es eso-dijo desilusionada Perséfone al contar como le decía Profundo.
-A lo mejor es que vuelvas a leer el poema pero desde el final, ¿no? Eso tendría toda la pinta de una espiral, como sería un completo lío- opinó Cancín
Perséfone probó como le propuso Cacín, y éste estaba en lo cierto. Al empezar a contar desde el final se formaba la palabra “vela”. Y siguiendo a la segunda espiral… ¿”R.G”?
-Vale. Necesito algo para escribir- dijo Perséfone
-Plumas, trae una de tus plumas-ordenó Alejandro moviendo la cabeza hacia El Plumas y luego hacia la bodega.
-Pero…-quiso protestar El Plumas.
-¡Vamos! Tienes un montón. Porque nos dejes una no va a pasar nada-le instó Alejandro.- No la estropearemos.
El Plumas se fue a regañadientes en busca de una de sus apreciadas plumas y volvió al momento con una de color gris, un tintero y un trozo de pergamino. Alejandro se dio cuenta de que había escogido la peor pluma pues tenía otras de bonitos y cantosos colores.
-Aquí tiene, mi capitán- dijo educadamente El Plumas
-Gracias- dijo Alejandro sentándose en el suelo para colocar el tintero y el trozo de pergamino.
Perséfone se arrodilló a su lado, cogió la pluma, mojó la punta en el tintero y escribió en el pergamino, a la vez que leía, las palabras “llave” “vela” y “R.G”.
-Llave, vela y RG-repitió Alejandro- ¿Qué significa RG?
-Veamos, buscamos una llave que está en Andalucía. RG debe ser algo de allí-razonó Perséfone- Pero, ¿qué?
-Rueda gigante- sugirió Amarillo- Tal vez, la llave se encuentre en una rueda gigante…al lado de ¿una vela?
Todos lo miraron uno segundos con seriedad y después volvieron a sus mentes a reflexionar.
-RG debe de ser un sitio de Andalucía –opinó Barriga de Oso-Porque no vamos a buscar en toda ella, es enorme.
-¡Ya sé que es!- dijo Cacín extasiado- ¡Significa Reino de Granada!
-¡Claro! El Reino de Granada está en Andalucía- coincidió Perséfone alegremente-  La llave debe de estar allí. ¿Cómo lo has sabido?
-Yo soy de un pueblo de Granada y desde que nací he oído ese nombre de mi madre-le explicó Cacín
-Entonces, ¿está en Granada?-intervino Alejandro- La llave del tesoro, supongo.
-Sí, pero aún no sé donde encaja la palabra vela-respondió Perséfone-. Velas hay muchas, no puede ser una normal.
-Bueno, pero ya tenemos un destino-dijo Alejandro levantándose del suelo y cogiendo los trozos de pergamino- ¡Piratas! Continuemos con el rumbo, vamos a Granada.
La tripulación se empezó a mover con energía de un lado a otro del barco. Alejandro se fue una vez más a la toldilla para ponerse al timón. Perséfone también se levantó del suelo y se fue junto a él para darle la mitad de nuez que aún tenía en su mano. Cuando llegó a la toldilla, vio como El Plumas cogía rápidamente su pluma como si se tratara de una hija.
-Toma-le dijo Perséfone mientras le deba la mitad de la nuez.
-Oh, gracias. Con la emoción se me olvidó la nuez. ¿Me ayudas a unirla?
-Claro
-¡Sacul! Búscame una cuerdecilla- mandó Alejandro gritando hacia donde estaba Sacul. Después, fue hacia las escaleras que llevaban hasta la toldilla y se sentó.- ¿Y ahora dónde guardo el poema y las pistas?
-Pues en tu camarote-le sugirió Perséfone
-No, esos papeles son demasiado importantes para dejarlos solos.
-Pues en la nuez. Como la unirás con cuerdecitas, puedes abrirla cuando quieras.
Alejandro asintió. Sacul se acercó con una cuerdecita y se la dio. Antes de irse, dedicó una pícara sonrisa a Perséfone. Ésta se quedó anonadada y miró hacia otro lado.
-Anoche observé que dormiste en el castillo de proa- mencionó Alejandro fingiendo no darle importancia mientras doblaba los papelitos.
-Sí, ¿pasa algo?-le preguntó Perséfone, creía saber quien la había tapado con aquella manta.
-No, nada-repuso Alejandro sin mirarla, y mientras ataba las mitades de la nuez continuó:- Allí hace un poco de frío. Sí quieres puedes dormir en mi camarote
-¿Qué? No, no, gracias…estoy bien allí- se excusó Perséfone avergonzada.
Ni se le pasaría por la cabeza dormir con un pirata. Aunque, había pasado toda la noche anterior con todos ellos y ninguno la molestó. Quizás fuesen unos piratas buenos… ¡Qué tontería! Nunca ha habido un pirata bueno.
-Como quieras. Pero si cambias de opinión, mi camarote está allí-le indicó Alejandro señalando con el dedo  la puerta que había justo al lado de las escaleras.-O puedes dormir abajo con el resto,
-Lo tendré en cuenta-le dijo Perséfone forzando una sonrisa, y se levantó para evitar esa conversación.
Se acercó hasta la barandilla de la cubierta sin dejar de pensar como había acabado ahí. De pronto, algo amarillo pasó a su lado a toda velocidad y saltó por la borda zambulléndose en el agua.
-¡Oh, Dios mío!-exclamó Perséfone asustada asomándose por la barandilla.



Más en la próxima entrada.
Suerte, luz, fuerza y feliz día a todos.


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