¡Hola!
¿Sabéis? Antaño, los escritores no publicaban sus historias en forma de libro directamente. Antes, los escritores publicaban aquello que habían escrito, capitulo por capitulo, en una revista. De esta manera, no lo soltaban todo de golpe y dejaban al ávido lector con ganas de más. Esto le servía, no sólo para atraer a lectores sino para saber si gustaba su historia y, así, dependiendo del éxito, publicarla en forma de libro.
Tras mucho reflexionar, he decidido publicar aquí todos los capítulos (por temporadas) de Pegaso.
Una historia, un libro, se escribe por una única razón: para ser leído. Para alguien que escribe, sus historias no son un negocio, sino trocitos de su alma. Como dichos trocitos, no les gusta que jueguen con ellas. Si no son leídas, mueren.
Sé que Pegaso es un buen libro, quizá yo no sea la mejor de las personas para decirlo (podría haber caído en una mente mejor, en la invención de una persona más curtida en la vida y más luchadora, que no se dejase menguar), pero sé que es una buena historia. Siempre he creído que los autores que escriben libros, lo han escrito porque han sido bendecidos, se les ha dado un don o algo parecido, para que pudiesen dar a conocer algo que necesitaba salir a la luz y ser leído por el mundo para ayudar o enseñar o dar la oportunidad de dejar sus problemas atrás a las personas que lo leyeran. Yo no soy una gran escritora, simplemente he sido una mano a la que se la dado la posibilidad de dar a conocer una aventura. Y eso he hecho con Pegaso.
Así que, sin más reparos, os dejo con el cuarto capitulo de Pegaso (recordar que los tres primeros están en una anterior entrada). Espero que os guste ;)
4
EL
SECRETO DE LA NUEZ
-¡PER! ¡PER!
Perséfone se despertó sobresaltada. Estaba
tumbada en el suelo del barco, en el mismo lugar donde se había quedado dormida, pero con una manta encima. Vio que delante
suya se encontraba el hombre que se hacía llamar Pies Largos, aunque sus pies
eran normales, a decir verdad, eran bastantes pequeños.
-¡Ven! Vamos a abrir la nuez- le dijo rápidamente
y se dio la vuelta para bajar hasta la cubierta.
Perséfone se levantó y lo siguió. Todos
los piratas estaban reunidos en torno a Alejandro, quien se quitaba de nuevo la
nuez del cuello con una mano mientras que con la otra sostenía un cuchillo.
-Ya la he despertado-informó Pies Largos
felizmente. Siempre era muy efusivo.
-A ella y a todo el mundo. ¡Vaya voces!-dijo
gruñonamente Barriga de Oso.
-Bueno, ya que estamos todos aquí,
intentemos abrir la nuez, ¿no?-dijo Cortés bajando del cañón donde había estado
sentado.
Los demás piratas asintieron impacientes
dándole la razón a Cortés. Alejandro los miró y luego miró con inseguridad la
nuez.
-Como se rompa, será por vuestra
culpa-les amenazó Alejandro y luego, mirando a Perséfone, preguntó:-¿Algún
consejo para abrirla por la mitad limpiamente?
Perséfone, tras pensarlo un momento, y
recordando a su padre comiendo nueces en Navidad, dijo:
-El cuchillo debería atravesar la nuez
justo por la línea que separa las dos mitades, justo por esa línea. Después, ya
sabes, muévelo hacia un lado y se abrirá.
-Vaya consejo…-murmuró El Plumas a Pies
Largos
Alejandro quitó el cordel que atravesaba
a la nuez por medio de unos agujeritos. Después, colocó el cuchillo por la
parte más ancha de la nuez y lo hincó con cuidado, tal y como le había dicho
Perséfone. Cuando el cuchillo se hubo hincado en la nuez por completo, mientras
sujetaba con una mano firmemente la nuez, con la otra giró el cuchillo. Se
escuchó un ¡crac! Todos contuvieron la respiración. Alejandro abrió la mano
donde tenía la nuez y vio con sorpresa como la mitad de ella se le escapaba
entre los dedos y caía al suelo.
Todos aplaudieron con entusiasmo y alegría,
incluso Perséfone aplaudía. Alejandro sonrió aliviado a su tripulación y después
miró la mitad de la nuez que aún tenía en la mano. En ella había un pequeño
papel muy doblado.
-¡Eh! Aquí hay algo-avisó Alejandro y
dejó el cuchillo en el suelo. Todos lo miraron mientras cogía el papelito y lo
desplegaba.- ¿Qué es esto?
Eso sí que no tenía pinta de mapa.
Estaba claro que era un acertijo, no tenía ni pies ni cabeza. Los piratas se
acercaron a Alejandro para mirar el papel, todos pusieron la misma cara de
extrañeza. Perséfone, antes de mirar, se agachó para recoger del suelo la mitad
de nuez que se había caído.
-Per, ¿tú qué opinas?- le preguntó
Cacín- Yo creo que si está relacionado con el poema. Mira, tiene las mismas
lunas. Las tres.
Perséfone se sorprendió un poco de que
se dirigiera a ella, pero aun así acercó y miró el papel que sostenía ahora
Cacín.
-Sí, tienes razón son las mismas-coincidió
Perséfone- Y creo que cada una corresponde con su gemela de cada párrafo del
poema.
Mientras tanto, Alejandro observaba
junto con otros dos piratas el papel que contenía el poema de Dybá.
-Sí, yo también lo creo- dijo Dragón que
miraba el poema.
-¡Uf! Dragón, te dijimos que por las
mañanas no nos hablaras demasiado-le recordó Cortés que estaba a su lado
tapándose la nariz con los dedos.
Todos rieron, y Perséfone comprendió
porque le llamaban Dragón: le apestaba el aliento.
-Creí que podría hacer una
excepción-dijo Dragón también riendo, haciendo visible la falta de varios
dientes.
Perséfone los ignoró y siguió observando
el papel. Parecía que aquellas lunas indicaban los pasos a seguir. Razonó que
primero debían descifrar una parte y después las otras dos, y eso mismo le
explicó a Alejandro. Este asintió y dijo:
- Mira los dos a ver qué sacas, porque yo
no entiendo ni papa.
Perséfone se acercó a Alejandro y miró
el poema a la vez que el otro papel. El primer paso, la primera luna con sólo
un punto. En el poema correspondía al primer párrafo y en el papel de la nuez
con unos numeritos.
-Tal vez, sea contar las palabras-dijo
Perséfone
Al contar las palabras guiándose por los números, formó la frase “Nada ella fue vi Andalucía”. Eso no tenía sentido. ¿Y
volver a contar desde la última palabra contada? Tampoco. El párrafo acababa
antes del número trece. ¿Y si contaba las letras en lugar de las palabras? Al
probar, volviendo al principio cada vez que debía contar otro número, le
salieron dos consonantes unidas, “ln”. Probó de nuevo contando desde la
última letra contada.
-¡Sí!- dijo Perséfone con alegría,
asombrada por su deducción.
-¿Qué?, ¿qué?- preguntó Alejandro
impaciente, al igual que el resto de los piratas.
-Llave. Siguiendo los primeros números y contando las letras del primer párrafo del poema, se crea la palabra “Llave”-explicó
emocionada Perséfone a los piratas y a Alejandro.
-¡Fantástico! ¿Y qué más?- preguntó
Alejandro ansioso.
-Es que… ¿Qué creéis significará esta
espiral?-preguntó Perséfone pidiendo algo de ayuda.
Los piratas se arremolinaron alrededor
de ella y de Alejandro.
-Un laberinto-dijo Amarillo
-¿No seas tonto? Qué laberinto va a
ser-le contradijo Cortés- Se supone que debe ir en acorde al poema, ¿no? Quizás
signifique que le des la vuelta
-¿Leerlo al revés?-se extrañó Ocho- Eso
no puede ser
-Mira, si lo pones junto al poema, parece
decir que vuelvas a leerlo desde el principio- le dijo Profundo a Perséfone con
su paulatina voz.
-No es eso-dijo desilusionada Perséfone
al contar como le decía Profundo.
-A lo mejor es que vuelvas a leer el
poema pero desde el final, ¿no? Eso tendría toda la pinta de una espiral, como
sería un completo lío- opinó Cancín
Perséfone probó como le propuso Cacín, y
éste estaba en lo cierto. Al empezar a contar desde el final se formaba la
palabra “vela”. Y siguiendo a la segunda espiral… ¿”R.G”?
-Vale. Necesito algo para escribir- dijo
Perséfone
-Plumas, trae una de tus plumas-ordenó
Alejandro moviendo la cabeza hacia El Plumas y luego hacia la bodega.
-Pero…-quiso protestar El Plumas.
-¡Vamos! Tienes un montón. Porque nos
dejes una no va a pasar nada-le instó Alejandro.- No la estropearemos.
El Plumas se fue a regañadientes en
busca de una de sus apreciadas plumas y volvió al momento con una de color
gris, un tintero y un trozo de pergamino. Alejandro se dio cuenta de que había
escogido la peor pluma pues tenía otras de bonitos y cantosos colores.
-Aquí tiene, mi capitán- dijo
educadamente El Plumas
-Gracias- dijo Alejandro sentándose en
el suelo para colocar el tintero y el trozo de pergamino.
Perséfone se arrodilló a su lado, cogió
la pluma, mojó la punta en el tintero y escribió en el pergamino, a la vez que leía,
las palabras “llave” “vela” y “R.G”.
-Llave, vela y RG-repitió Alejandro-
¿Qué significa RG?
-Veamos, buscamos una llave que está en
Andalucía. RG debe ser algo de allí-razonó Perséfone- Pero, ¿qué?
-Rueda gigante- sugirió Amarillo- Tal
vez, la llave se encuentre en una rueda gigante…al lado de ¿una vela?
Todos lo miraron uno segundos con
seriedad y después volvieron a sus mentes a reflexionar.
-RG debe de ser un sitio de Andalucía
–opinó Barriga de Oso-Porque no vamos a buscar en toda ella, es enorme.
-¡Ya sé que es!- dijo Cacín extasiado-
¡Significa Reino de Granada!
-¡Claro! El Reino de Granada está en
Andalucía- coincidió Perséfone alegremente- La llave debe de estar allí. ¿Cómo lo has
sabido?
-Yo soy de un pueblo de Granada y desde
que nací he oído ese nombre de mi madre-le explicó Cacín
-Entonces, ¿está en Granada?-intervino
Alejandro- La llave del tesoro, supongo.
-Sí, pero aún no sé donde encaja la
palabra vela-respondió Perséfone-. Velas hay muchas, no puede ser una normal.
-Bueno, pero ya tenemos un destino-dijo
Alejandro levantándose del suelo y cogiendo los trozos de pergamino- ¡Piratas!
Continuemos con el rumbo, vamos a Granada.
La tripulación se empezó a mover con
energía de un lado a otro del barco. Alejandro se fue una vez más a la toldilla
para ponerse al timón. Perséfone también se levantó del suelo y se fue junto a él
para darle la mitad de nuez que aún tenía en su mano. Cuando llegó a la
toldilla, vio como El Plumas cogía rápidamente su pluma como si se tratara de una
hija.
-Toma-le dijo Perséfone mientras le deba
la mitad de la nuez.
-Oh, gracias. Con la emoción se me
olvidó la nuez. ¿Me ayudas a unirla?
-Claro
-¡Sacul! Búscame una cuerdecilla- mandó
Alejandro gritando hacia donde estaba Sacul. Después, fue hacia las escaleras
que llevaban hasta la toldilla y se sentó.- ¿Y ahora dónde guardo el poema y
las pistas?
-Pues en tu camarote-le sugirió
Perséfone
-No, esos papeles son demasiado
importantes para dejarlos solos.
-Pues en la nuez. Como la unirás con cuerdecitas,
puedes abrirla cuando quieras.
Alejandro asintió. Sacul se acercó con
una cuerdecita y se la dio. Antes de irse, dedicó una pícara sonrisa a
Perséfone. Ésta se quedó anonadada y miró hacia otro lado.
-Anoche observé que dormiste en el
castillo de proa- mencionó Alejandro fingiendo no darle importancia mientras doblaba
los papelitos.
-Sí, ¿pasa algo?-le preguntó Perséfone,
creía saber quien la había tapado con aquella manta.
-No, nada-repuso Alejandro sin mirarla,
y mientras ataba las mitades de la nuez continuó:- Allí hace un poco de frío.
Sí quieres puedes dormir en mi camarote
-¿Qué? No, no, gracias…estoy bien allí-
se excusó Perséfone avergonzada.
Ni se le pasaría por la cabeza dormir
con un pirata. Aunque, había pasado toda la noche anterior con todos ellos y
ninguno la molestó. Quizás fuesen unos piratas buenos… ¡Qué tontería! Nunca ha
habido un pirata bueno.
-Como quieras. Pero si cambias de
opinión, mi camarote está allí-le indicó Alejandro señalando con el dedo la puerta que había justo al lado de las
escaleras.-O puedes dormir abajo con el resto,
-Lo tendré en cuenta-le dijo Perséfone
forzando una sonrisa, y se levantó para evitar esa conversación.
Se acercó hasta la barandilla de la
cubierta sin dejar de pensar como había acabado ahí. De pronto, algo amarillo
pasó a su lado a toda velocidad y saltó por la borda zambulléndose en el agua.
-¡Oh, Dios mío!-exclamó Perséfone
asustada asomándose por la barandilla.
Más en la próxima entrada.
Suerte, luz, fuerza y feliz día a todos.
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