miércoles, 22 de octubre de 2014

CAPITULO 6


¡Hola!
Continúa la aventura de Pegaso.  Están acercándose a la primera pista del tesoro del temido pirata Dybá. Todo a punta que se oculta en la bello reino de Granada, en la dama árabe que la corona: la Alhambra.
Pero, ¿cómo podrán entrar en ella? ¿conseguirá Alejandro llegar hasta la torre más alta de la Alhambra?
Os dejo con el Capítulo 6, espero que resuelva vuestras dudas.




6

EL PLAN

Al día siguiente, los rayos de sol despertaron a Perséfone. Se desperezó en un poco antes de levantarse de la cama. Una vez de pie, observó el camarote de Alejandro. ¿Qué no tocara sus cosas? Estaba todo tirado por el suelo y muy desordenado. En la mesa sólo había botellas y un catalejo, el resto estaba por los suelos: cartas de navegación, mapas, trozos de fruta… En la estantería que había a la derecha de Perséfone, no había libros sino todo tipo de cosas como zapatos, un pañuelo, un manojo de llaves, un cuchillo, una espada, brújulas… Se acercó a la pared donde había un espejo colgado y miró su reflejo. Estaba horrible. Su vestido azul oscuro estaba sucio y su moño se estaba deshaciendo. Perséfone decidió terminar de desbaratarlo y dejarse el pelo suelto.  Nunca le había gustado llevarlo recogido, le provocaba dolor de cabeza. 
-¡Aja! ¡Te pille cogiendo…! Nada
Alejandro había entrado de repente en el camarote haciendo que se sobresaltara.
-¿Qué haces?- pero no espero respuesta y se puso a buscar por el suelo- Me gustaba más tu otro peinado, por cierto.
-Muy gracioso ¿Qué haces tú?
-Busco un trozo de pergamino para hacer un plan. Dentro de poco llegaremos a Granada y no tenemos ninguno.
-Ah… ¡Eh! ¡Podré quedarme en Granada!-dijo alegremente Perséfone tras reflexionar
-¿Qué? ¿Te quedarás en Granada?-le preguntó Alejandro mientras se levantaba rápidamente con un gran trozo de pergamino en la mano.
-¡Claro!-contestó ella con una sonrisa- Es fantástico. No lo había pensado, pero si pasamos por ahí, ¿por qué no quedarme?
-Sí, tiene su lógica- dijo Alejandro forzando una sonrisa- Bueno, voy hacer un plan.
Y se salió del camarote seguido de Perséfone. Ella se puso, como siempre, junto a la barandilla pero esta vez miraba el mar con una sonrisa en el rostro.
Alejandro se sentó en el suelo junto a Barriga de Oso, Cacín y Cortés quienes lo esperaban para planear la entrada, a hurtadillas, a la alcazaba de la Alhambra.
La alcazaba estaba al oeste de la Sabika, colina donde se alzaba la Alhambra, y actuaba como fortaleza de la misma. Tiene forma de triángulo, limitada por  murallas  y varias torres, entre ellas, la Torre de la Vela, la cual se encuentra en la punta oeste de dicho triángulo.
-Eso facilitará nuestra entrada en ella-dijo Alejandro tras la explicación de Cacín-Quiero decir, que no tendremos que dar muchas vueltas alrededor de la alcazaba
-Pero hay un problema. Tengo entendido que dentro de la alcazaba están los soldados-explicó Cacín- Debemos evitarlos si queremos entrar.
-Necesitamos un plano de la Alhambra-dijo Barriga de Oso
-¿Y quién tiene eso?-preguntó Cortés riendo- Nadie ha visto esa cosa por dentro.
-Claro que sí la habrán visto. Es como una especie de ciudad. Y, después de que conquistaran Granada, muchos han sido invitados a verla por el rey o por el conde a quien pusieron al cargo-explicó Cacín- Lo que yo digo es que entrar sin ser invitados será complicado.
-Por eso estamos haciendo un plan-repuso Alejandro algo enfadado-. Ya estoy cansado de que me repitan que es complicado. Vamos hacer un plan y después veremos si es complicado ¿vale?… He dicho, ¿vale?
-Vale-dijeron al unísono.
-Bien. Cacín, ¿podrías hacer un dibujo de la Alhambra?-le preguntó Alejandro
-Puedo intentarlo, pero llevó mucho tiempo fuera no sé sí…-pero se cortó al ver la cara de Alejandro y dijo:-Lo intentaré y ya te digo.
Cacín se levantó en busca de El Plumas para que le dejase una de sus plumas. Vieron de lejos como El Plumas ponía cara de fastidio y preocupación, pero aún así bajaba a las bodegas a por una.
-Volved a vuestros puestos. Sin dibujo no podemos seguir-les dijo Alejandro
Se levantó y se dirigió de nuevo al timón. Desde allí pudo ver como Sacul se acercaba a Perséfone, le daba una manzana y se ponía charlar con ella. Él le contaba algo y ella reía. Alejandro bufó,  les dio la espalda dejando de sujetar el timón y se puso a pensar en la Alhambra. Parecía difícil entrar… ¡pero no imposible!  Si el ejército de los reyes pudieron entrar hace años, ¿por qué no él? Pero él no necesitaba entrar luchando, ya que seguro lo vencerían, sólo quería entrar sin que le viesen, subir hasta por esa maldita torre y encontrar la llave. Y sí… ¿Y si no entraban todos? De hecho, cuantos menos mejor, con un par le bastaría.
-Hola. ¿Ya tienes un plan?
Alejandro se giró y vio a Perséfone con una manzana mordida en la mano.
-Casi. Espero que Cacín me haga un dibujo de la Alhambra-le explicó Alejandro mientras la observaba con atención
-Oye, ¿cuánto crees que tardaremos en llegar a Granada?-le preguntó Perséfone
-No lo sé. Pero, ¿seguro que quieres quedarte en Granada? No prefieres otro sitio... ¡Eh! ¿Ya lo tienes?-dijo al ver a Cacín
- Aquí está tal y como la recuerdo. La vi  hace cinco años, en la última visita que hice a mi madre- le explicó Cacín- Tenía un gran bosque alrededor. Lo que más me sorprendió saber es que tiene varias entradas.
-Entonces, será fácil entrar ¿no?-opinó Perséfone, más animada con la idea de quedarse en Granada
-No, según le contaron a mi madre, nunca están todas abiertas, alternan una o dos cada día. Además, los soldados hacen guardia día y noche, aunque sus guardias no son como las que tenían los musulmanes. La única puerta que vi cerca de la Torre de la Vela, es esta de aquí-explicó Cacín señalando en el dibujo una torre más baja al lado de la Torre de la Vela- Da a esta misma torre bajita. Ya no sé si a partir de ésta puedes ir a la Torre de la Vela.
-¿Cómo sabes que por ahí hay una puerta? -preguntó Alejandro- Creí que nadie podía acercarse a ese castillo sin el permiso del conde o del rey
-Sí puedes. Bueno, no mucho porque los soldados te llaman la atención. Pero puedes pasear por los alrededores del bosque y el río siempre que no molestes o tengas malas pintas-le contó Cacín- Yo pude ver que habían plantando un bonito jardín cerca de la entrada que os he dicho antes. Según mi madre, el conde que cuida de la ciudad lo mandó crear poco después de la conquista.
-Entonces, ¿la gente puede pasear por los alrededores?-le volvió a preguntar Alejandro- Y más aún si son nobles o bien vestidos, ¿no?
-Sí, claro-respondió Cacín
Después de cavilar unos momentos, Alejandro tuvo la gran idea.
-¡Ya sé!-dijo de repente Alejandro  y se puso delante del timón para decir:-Escuchadme, ya sé cómo podríamos entrar. Pero necesito un plano, al menos sólo de la alcazaba o saber si la entrada que dice Cacín lleva a la Torre de la Vela.  De momento, aumentamos la velocidad del barco para llegar cuanto antes y así poder averiguar algo más.  Además, tenemos que saber dónde dejar el barco porque para esta misión necesitaremos estar mínimo tres días fuera, pues la Alhambra está lejos de la costa. Y mientras unos pocos estamos fuera, otros tendrán que quedarse en Pegaso para cuidarlo, ¿de acuerdo?
La tripulación empezó hablar toda al mismo tiempo y a voces, no se les entendía nada.
-Pero,  ¿cuál es el plan?-preguntó Pies Largos
-Y ¿quién se quedará aquí? Porque yo no pienso perderme la diversión-dijo Amarillo
-¿Se necesitarán plumas?- preguntó preocupado El Plumas y apartándose de Dragón quien también exponía sus quejas.
Alejandro les mandó callar algo molesto. Cuando todos estuvieron en silencio, explicó su plan. Dos de ellos se acercarían a esos jardines para poder entrar a la alcazaba por la puerta que le había mencionado Cacín y así comprobar si desde esa pequeña torre se podía acceder a la Torre de la Vela. Mientras, otros se quedarían fuera distrayendo a los guardias de alguna manera que ya inventarían más tarde o para ir en ayuda de los otros dos si se diera la ocasión.  Si resultaba que podían llegar a la Torre de la Vela, se podrían en marcha de inmediato aquellos dos que habían entrado. Si no era así,  inspeccionarían un poco y saldrían para hacer un nuevo plan.
-Prometo llevaros en la próxima, de verdad. Es una Promesa de Capitán. Pero no puedo llevaros a todos conmigo porque sería muy delatador, y necesito que algunos os quedéis aquí para saber que el barco está en buenas manos y seguro –dijo Alejandro seriamente- En nadie confío más que en mi tripulación para cuidar de Pegaso.
La tripulación se miró entre sí un momento y después asintió con orgullo. Alejandro les sonrió y continuó hablando:
-La misión de los que se queden, no sólo será cuidar del barco sino de “comprar” provisiones. Vosotros ya me entendéis
La tripulación rió entre dientes, sabiendo que el que se quedase también se lo pasaría bien.
-La mitad vendrá conmigo y la otra mitad se quedará, ¿vale?-continuó Alejandro- Os lo echaréis a suertes. Pero a quien seguro necesitaré es a Cacín, pues él conoce Granada. 
La tripulación estuvo de acuerdo con eso, pues sin Cacín no había plan.
-Bien, dadme una moneda y veremos quién viene conmigo-dijo Alejandro mientras bajaba a cubierta.
Después de echar la moneda al aire varias veces salió que se quedaban: Barriga de Oso, Amarillo, Sacul, Profundo y Dragón. Por tanto, Cortés, El Plumas, Ocho y Pies Largos  acompañarían a Alejandro.  Cuando se hubo decidido quién le acompañaba y quien se quedaba, Alejandro habló en susurros con su tripulación para que Perséfone no le escuchara mientras ésta los miraba ceñuda.
-Bien, pues de momento navegaremos más rápido para llegar cuanto antes-les dijo Alejandro cuando hubo terminado- Y…también necesitaré la ayuda de Per.
-¿Qué? ¿Para qué?-preguntó sorprendida Perséfone.
-Verás, sólo te necesitaría para poder pasear por esos jardines. Es que he pensado que pareceríamos más inocentes si en lugar de dos hombres rodando por ahí, se ve una bonita pareja-le explicó sonriente Alejandro.
-Pero…yo no quiero… ¿y si nos atrapan? No quiero enredarme en esto-dijo Perséfone enfadada.
-Te prometo que no dejaré que te pase nada. Ninguno de nosotros dejará que te pase nada malo-le aseguró Alejandro rápidamente, luego volviéndose a su tripulación dijo:-¿Verdad que no dejaréis que le pase nada malo a Per?
-Claro que no, Per-le dijo Pies Largos moviendo la cabeza animándola a participar- ¡Yo te protegeré!
-Te cuidaremos muy bien-le confirmó Cortés
-Puedes estar segura de ello-le dijo Cacín- Somos hombres de palabra.
-Además, si nos cogieran… Cosa que dudo-dijo Alejandro con aire de suficiencia- Diría que te obligue a venir conmigo, y te absolverían seguro.
-Es que me estás obligando a ir contigo. No voy hacerlo, tendrás que buscar otra manera-repuso seriamente Perséfone y le dio la espalda mientras cruzaba los brazos. De repente sintió que la agarraban por debajo del vestido:- ¡Pero… ¿Qué haces?!
Alejandro se había agarrado a ella y estaba de rodillas
-Por favor, Per. Ayúdame a coger esa llave. Te prometo que no dejaré que te pase nada. Promesa de Capitán, y sabes que las promesas de capitán valen mucho-le dijo Alejandro tratando de convencerla.
-¡Suéltame!-le mandó Perséfone- ¡Vas hacer que me caiga, y si me caigo me enfadaré!
-Vale-dijo Alejandro soltándola rápidamente y luego añadió inocentemente:- Sólo es pasear por un jardín, y estaremos disfrazados.
-¿Disfrazados?-se extrañó Perséfone
-Sí, porque sólo si estás bien vestido dejan pasear por allí, ya oíste a Cacín-le explicó Alejandro aún de rodillas- Además, eso nos ayudará a que sea difícil el identificarnos correctamente.
Perséfone miró un momento a Alejandro y después a la tripulación quien le pedía con las manos que les ayudara.
-¿Seguro que no pasará nada?-le preguntó Perséfone a Alejandro
-Seguro seguro, no sé si pasará algo-se sinceró Alejandro- Lo que te prometo es que no dejaré que te pase nada malo a ti.
-Puedes estar seguro de eso, porque como muera….-empezó a decir Perséfone
-¡Qué exagerada!-dijo Alejandro y la tripulación asintió detrás suya dándole la razón.
-¡Me da igual!-vociferó Perséfone haciéndolos callar a todos- Repito. Como me pase algo, mi fantasma te perseguirá allá donde vayas.
-¡Genial! ¿Eso es un sí?-dijo Alejandro contento.
-Es un “ya veremos”
-¿Qué es un “ya veremos”?
-Es un “quizás” –respondió Perséfone
-Me vale con un quizás-dijo Alejandro mientras se levantaba con una sonrisa en la cara- ¡Muchachos! ¡Rumbo a Granada!



Más en la próxima entrada
Suerte, luz, fuerza y feliz día a todos

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