martes, 28 de enero de 2014

SEGUNDO CAPITULO



¡Hola!
Os dejo el capitulo 2 de "Pegaso". He pensado que sería buena idea mostraros, al menos, tres capítulos. Siempre he creído (desde que leí "el cuento número trece") que el número tres es mágico y trae suerte. Por ello, decidí haceros este pequeño regalo hasta 3.  Después, dependerá de vosotros el seguir la historia o no... Espero que os guste.



2

EL POEMA ROBADO


-Vamos, no te quedes ahí o te verá-le dijo el muchacho mientras la agarraba del brazo y la acercaba un poco más hacia donde estaba el timón:-Tranquila, ese hombre no te molestará más. Por cierto, mi nombre es Alejandro. ¿Y tú cómo te llamas?
-Perséfone-contestó algo nerviosa y aún confundida.- Mire, yo mejor me…
-¿Perséfone? ¿En serio?-preguntó Alejandro extrañado- Pobrecilla…te llamaré, Per.
-¿Qué?-se enfadó Perséfone a pesar de estar asustada- ¿Por qué? Me gusta mi nombre.
-¿Ah sí?-siguió sorprendiéndose Alejandro
-Sí-enfadándose más. Ese tal Alejandro era muy idiota. Eso no le confirmaba que era un pirata, pero sí que era un hombre.- Es un nombre griego muy bonito. No es común. Es difícil encontrar a otra Perséfone. Al contrario que Alejandro que además es…feo
-No es cierto, porque lo llevo yo-dijo Alejandro con altivez soltando una risotada y moviendo el timón. El barco ya empezaba a moverse y alejarse poco a poco del puerto
-Pues a mí no me gusta. Por eso te llamaré…-miró a los lados en busca de inspiración y al bajar la mirada hacia su vestido dijo:-Nuez
-¿Nuez? ¿Por qué me…?-pero se cortó al mirarla- ¡Tienes mi nuez!
-¿Qué? ¡Au!- gritó Perséfone pues Alejandro le había arrancado de un tiró el colgante que se había atado al cuello.
-Por eso huías. Habías robado a alguien y ese guardia te pilló- reflexionó Alejandro y luego se indignó- ¡Me robaste!
-No-negó Perséfone- Yo solo…
-Sí, claro…- la cortó Alejandro- Excusas y mentiras, las sé todas.
-Pero si no he dicho…
-Ya, ya, ya… ¡Ocho! ¡Amarillo!
-¿Qué?-se extrañó Perséfone.
Enseguida, a su lado aparecieron dos hombres. Uno era gordo con unos enormes monóculos redondos unidos entre sí que se mantenían sobre su nariz gracias a unas cuerdecillas enlazadas a sus orejas, y el otro era un muchacho vestido desde la cabeza a los pies con ropas de un destacado color amarillo.
-Llevad a esta ladrona al calabozo. Más tarde la tiraremos por la borda-ordenó Alejandro con una sonrisa.
-¡Genial! Hace mucho que no tiramos a nadie por la borda-se alegró Amarillo.
-¡Sí! Pero esta vez lo haremos algo alejado de tierra firme.-dijo Ocho- ¿Os acordáis del tipo aquel? Vaya cabezazo se dio.
Alejandro y Amarillo asintieron con pesar.
-Pero al menos salió a flote - recordó Alejandro- Bueno, ¿a qué esperáis? Lleváosla
-¡No, espera…!-empezó a decir Perséfone
Pero los hombres la cogieron por los brazos y se la llevaron entre risas a la fuerza hasta los calabozos.
Mientras tanto, Alejandro se ató la nuez al cuello y cogió el pergamino que había robado de aquel museo. El puerto ya no se veía, el barco estaba por fin en mar abierto.
-¡Marineros!-llamó Alejandro a su tripulación colocándose delante del timón para ver mejor. Como su tripulación lo miraba con mala cara, se corrigió y dijo:-¡Piratas! Lo tengo. Nuestro viaje no fue en vano.
Los piratas aplaudieron con entusiasmo, algunos silbaron y otros pegaron un buen trago de la botella que tenían en la mano.
-¡Vamos, capitán! Indícanos que rumbo tomar.-dijo uno con una gran barriga
-¡Sí! ¿Dónde está el tesoro?-gritó otro delgaducho al que le faltaban dientes
Alejandro observó el papel que tenía en la mano y comprendió que no entendía nada. En el papel sólo había letras. Él ya había supuesto que el papel contendría letras pero pensaba que también habría un mapa. Sin embargo, no había indicios de que fuera un mapa, tenía una especie de equis hacia el final del papel pero no unos pasos tras ella. Sólo había unos dibujos y letras, palabras, frases…cosa que Alejandro no entendía porque no sabía leer. Intentó disimular delante de su tripulación, pues si estos se percataban de que no tenía ni idea de cómo continuar le perderían el respeto. Entonces, tuvo una idea. Aquella chica, Per, sabía leer. Había sabido cómo se llamaba el barco. Podría decirle que ponía en el papel.
-¡Traedme a Per!-gritó Alejandro dirigiéndose especialmente a Amarillo y Ocho
-¿Quién es Per?-preguntaron a la vez. Lo mismo que el resto de la tripulación.
-¡Per! La chica-explicó Alejandro- Se llama Perséfone
-Perse… ¿Qué?-preguntó Ocho
-Vaya nombre…normal que se dedique a robar nueces-dijo Amarillo
-Bueno, pero a ella le gusta-repuso Alejandro encogiéndose de hombros- Vamos, id.
Amarillo y Ocho fueron a por Perséfone. Cuando está apareció en cubierta con cara de pocos amigos, Alejandro, acercándose ella, dijo:
-¡Per! ¡Cuánto tiempo!-la cogió por el hombro rodeándola con un brazo y continuó:- Mira, sé que antes no hemos empezado con buen pie. Pero estoy dispuesto a perdonarte el que me robaras mi nuez. Total, me la has devuelto.
-¡Nunca la robe! Fue sin querer…-trató de explicar Perséfone. No quería que la tiraran por la borda ni que su cabeza pegara contra una roca como la de aquel tipo. Pero volvió a ser interrumpida por Alejandro.
-¡Ah! ¡Sin querer! Asunto aclarado. Podemos retomar nuestra amistad-dijo felizmente Alejandro soltando su hombro- Mira, tú sabes leer, ¿verdad?
-Sí, claro.
-Bien. Lee-le dijo tendiéndole el papel
-¿Por qué no lo lees tú?... ¡No sabes leer!
-¡Lee o te tiró por la borda!-la amenazó Alejandro dándole el papel. Detrás, la tripulación hizo una ovación.
Perséfone lo miró enfadada. Sabía que aunque leyese el papel, la tirarían igualmente por simple diversión. De repente, una idea brilló en su cabeza.
-Vale, lo leeré a cambio de algo-dijo en voz alta para que la oyese también la tripulación
-¿De qué?-preguntó Alejandro
-De una promesa…una Promesa de Capitán-se inventó Perséfone y añadió:-Supongo que sabrás lo que es.
-Claro que sé lo que es una promesa
-Entonces, sabrás que las de Capitán son más valiosas que las normales. Si la cumples, demostrarás no sólo ser un verdadero capitán sino uno de los mejores.-explicó Perséfone y luego se dirigió al resto de los piratas:- Toda tripulación es más segura si sabe que su capitán cumple promesas, ¿verdad?
-¡Sí!-gritó la tripulación entusiasmada
-¡Claro! Vamos, capitán, demuestre que es capaz-gritó Amarillo
-Ya…lo sé- repuso Alejandro, aunque era la primera vez en su vida que oía algo así.
-Bien. Entonces, prométeme que, si leo esto, no me tirarás por la borda-le dijo Perséfone
-¿Qué?
-Vamos, sé un buen capitán y prométemelo. ¿Qué pensará tu tripulación de ti si no lo haces?-le dijo en voz aún más alta y con seriedad.
-¡¡Promesa!! ¡¡Promesa!!-empezaron a gritar al unísono todos los piratas, pues se dieron cuenta que si Alejandro prometía algo así es que verdaderamente era un buen capitán.
Alejandro miró a su tripulación que gritaba ilusionada y después a Perséfone, quien le tendió la mano.
-¿Promesa?-le preguntó Perséfone.
-¡Promesa!-gritó Alejandro para que lo escuchasen los piratas y dándole la mano a Perséfone.
Todos empezaron a gritar como locos y a beber cerveza. Un par de ellos se acercaron a Alejandro y lo cogieron para mantearlo mientras lo vitoreaban. Perséfone se aguantaba la risa, no podía creer que su plan hubiera dado tan buen resultado. Ocho se acercó a ella y la llevó donde estaban los demás armando barullo, cosa que ya no le hizo tanta gracia. Pero los piratas también la recibieron con alegría y le pasaban sus botellas, las cuales rechazaba con respeto.
-¡Eres el mejor, capitán!-le dijo Amarillo
-Lo sé-confirmó Alejandro alegremente-. Per, ven te presentaré a mi tripulación.
Perséfone se acercó a Alejandro quien volvió a cogerla como si fueran grandes amigos y empezó a presentarle a todos.
La tripulación se componía de diez hombres. Sus nombres eran: Amarillo, Ocho, Dragón, Pies Largos, Barriga de Oso, El Plumas, Profundo, Cacín, Cortés y Sacul.
-Que nombres tan…especiales- opinó Perséfone cuando Alejandro terminó de nombrarlos. Y luego decía que su nombre era feo.
-En fin, hice mi promesa a cambio de algo-dijo Alejandro mirándola con los brazos cruzados- Lee.
Perséfone volvió a mirar el papel que tenían en la mano y leyó: 


En Andalucía encontré la paz
Ahí nada me fue mal
Vi en ella un hogar
           

Mi siguiente viaje a Grecia fue
A la diosa de Atenas visité
Pues ella me invitó a alimentar
A sus centauros de manera singular
                 

Pero en ninguna vi nada como en mi tierra natal
Tanta es la belleza en ella y tanta la paz
Que cantas victoria a los doce vientos
Sólo por encontrarte allí.
  




Todos se quedaron en silencio tras esta lectura. Fue Perséfone quien lo rompió
-Este poema es el que escribió el gobernador David poco antes de morir. Estaba en el museo del pueblo ¿Por qué lo robaste?-le preguntó a Alejandro y luego dijo indignada:- Robas y me quisiste tirar por la borda por algo que tú también has hecho.
-No es lo mismo-dijo despacio Alejandro quien se veía pensativo con la mirada perdida- Yo robo pero no me gusta que me roben.
-Eso lo aclara todo- repuso irónicamente Perséfone- Pero, ¿por qué robas esto? Esto no tiene ningún valor, salvo el histórico y el familiar. Bueno, a lo mejor te dan algo a cambio si se lo devuelves…
-Puedes callarte, intento pensar-la cortó Alejandro algo fastidiado- Y no pienso devolver tan valioso papel.
-Entonces, ¿para qué…?
-Esto no es un poema, es…-empezó a explicar El Plumas pero se detuvo, lanzó una mirada a su capitán buscando su aprobación y, cuando éste asintió, continuó:-  Es un acertijo que lleva a un tesoro
-Concretamente, al tesoro del pirata Dybá- aclaró Profundo.
-Creo que estáis en un error-les dijo amablemente Perséfone- Esto es un poema que escribió el gobernador David pocos años antes de morir. Todo el pueblo lo sabe. En él habla de los viajes que realizó siendo joven, antes de que su padre cayera enfermo y tuviera que quedarse en Galicia sustituyendo a su padre al frente de Rísoen.
-Pero, ¿a que no sabes que hacia tu famoso gobernador durante sus viajes de jovenzuelo?-le preguntó Barriga de Oso.
-Sí. Establecer lazos con otras tierras para mejorar las mercancías del puerto-respondió Perséfone.
Tras esto, los piratas se miraron unos a otros y, segundos después, hubo un estallido de estruendosas carcajadas. No podían parar de reír, algunos hasta se tiraban al suelo sujetándose la barriga.
-Que graciosa, Per.-le dijo Alejandro con lágrimas en los ojos y sujetándose a Amarillo. Cuando logró reponerse, se limpió las lágrimas de los ojos y continuó hablándole:- ¿No lo entiendes aún? El gobernador David y el pirata Dybá son la misma persona.


2 comentarios:

  1. Hola,me encanta este capitulo.Es que tengo un problema con lo de fotocopiar tu propio libro que dijiste en la entrada de El pegaso original.Me gustaria que me explicases como hiciste para que se fotocopiara dos paginas de word en una pagina de libro,digamos.Muchas gracias.Espero que me hayas podido entender..jajaja

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  2. hola
    Pues hace mucho tiempo de eso y no me acuerdo muy bien de todo. Pero sé que, desde la parte de diseño, en la sección de los márgenes cliqué en la opción "margenes personalizados" y te salía una ventanita donde se te daba la opción de elegir paginas en formato libro. A partir de ahí fui probando poco a poco hasta obtener lo que quería.
    Siento no serte de más ayuda, pero no recuerdo muy bien todos los pasos que dí, recuerdo que fallé mucho hasta conseguirlo, pero es cuestión de probar.
    Gracias por seguirme y suerte con tu impresión!

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