¡Hola!
Traigo un regalo para vosotros, por estas visitas al blog y por vuestra confianza. Para que veáis que no os engaño y que tengo razón cuando digo que "Pegaso" es un buena historia. Os dejo el primer capítulo del libro.
1
LA
HUÍDA
Perséfone estaba en una agradable comida
en casa de sus padres. Era una reunión de familiares y amigos invitados a pasar
el fin de semana en su mansión.
Vivía en Rísoen, un pueblo de Galicia
muy cercano al mar. Su puerto era muy importante ya que recibía cuantiosas mercancías,
tanto de ciudades españolas como de otros países. El éxito de Rísoen era debido
en gran parte a las hazañas del antiguo gobernador David, quien durante sus
numerosos viajes había hecho buenas alianzas con otros pueblos y ciudades.
En menos de un mes, tendría lugar en el
pueblo las fiestas de San Juan donde no sólo venerarían al santo, sino que recordarían
al famoso y antiguo gobernador David, quien murió hacia ya 11 años. Además, ese
año las fiestas tendrían un toque especial porque Leonardo, el hijo del antiguo
gobernador David, sería proclamado gobernador de Rísoen.
Los padres de Perséfone eran de los más
ricos e influyentes de Rísoen, con grandes amistades, como la que mantenían
con la gobernadora regente, la madre de
Leonardo. Ellos estaban planeando proponer a sus invitados quedarse en su
mansión durante las fiestas de San Juan.
Sin embargo, a pesar de estar rodeada de
familiares y amigos, Perséfone se sentía sola y triste. Se limitaba a observar
a cada uno desde su lugar en la mesa y podía oír retazos de conversaciones. Su
padre hablaba con tres de sus tíos sobre el nuevo gobernador.
-Sigo pensado que es muy joven-decía su
tío Sebastián
-A mí me parece que lo hará bien, sea
joven o no, siendo el hijo de quien es- decía su padre-. Además, no conoces a
Leo como yo, ya sabéis que suelo tratar con él y con su familia.
A su derecha tres de sus amigas hablaban
sobre los últimos chismes. Perséfone no participaba en la conversación, apenas
prestaba atención a lo que decían, simplemente se dedicaba a juguetear con la
comida de su plato. No le apetecía estar allí. Hacia un tiempo que no tenía
buena relación con aquellas chicas. De pequeñas habían sido grandes amigas pero
al crecer se fueron separando y eso le dolía.
La distancia crecía no sólo por el tiempo, sino porque Perséfone no se
comportaba igual que ellas. Debía de asistir a estúpidas fiestas donde oír
largos discursos y bailar aburridamente con algún chico que acababa de conocer,
todo ello con el único objetivo de encontrar marido. A Perséfone nada de eso le
agradaba y casi nunca asistía a ellas. ¿Por qué iba asistir si no le gustaba?
No quería ser como aquellas chicas que seguían a otras, como borregos,
únicamente por encajar. ¿Para encajar debía ser diferente a ella misma? ¿Debía
dejar de ser como era?
Al principio, asistía a ellas para estar
con sus amigas, pero éstas apenas hablaban con ella un rato y al segundo se
encontraban bailando con algún muchacho o besándose a escondidas de sus padres
en el jardín.
Por eso, Perséfone perdió el interés en
las fiestas y nunca iba a ninguna, a no ser que la fiesta fuera en su propia
casa. Esto último, al parecer, se había convertido en una costumbre de sus
padres al percatarse de que Perséfone no asistía a las fiestas a las que había
sido invitada, además de que ella misma se lo había hecho saber. Así que
pensaron que, si ella no iba a la fiesta, la fiesta iría a ella. Cada fin de
semana organizaban una en su mansión.
Tampoco era bien visto por nadie, ni por
sus padres, que Perséfone rechazase a todos los hombres elegantes, ricos y
educados que iban en busca de su mano. Ella tenía una buena razón: que no los
conocía, ni ellos a ella. ¿Cómo iban a saber entonces si verdaderamente querían
pasar toda su vida juntos?, ¿cómo podía besar a alguien que apenas conocía y
acababa de saber de su existencia en este mundo?, ¿cómo sabía que podía confiar
en él? Además, estaba segura que muchos de ellos eran unos farsantes. Como por
ejemplo, ese tal Marcos del que no paraba de hablar Laura, la chica que estaba
sentada a su derecha, se le insinúo el fin de semana pasado ¡casi la besa! y
cuando le rechazó se fue como si nada detrás de Laura. Eso le aseguró del todo
que detrás de esas sonrisas y trajes elegantes se escondían seres arrogantes,
falsos, egoístas, mujeriegos y que trataban a las mujeres como si fueran trapos
o sellos coleccionables.
Tampoco las mujeres se quedaban atrás.
Podían asegurar ser tus mejores amigas hasta el fin de los días, para luego
abandonarte a la primera de cambio. Cosa que había hecho su reciente ex amiga,
Belinda. Sólo porque se sinceró y le dijo que no le gustaba aquel estúpido baile
que había organizado en su propia casa junto con sus padres, el primero de otros
muchos en los fines de semana. Querían introducirla a la fuerza a ese mundo que
tanto detestaba y su mejor amiga colaboraba en dicho objetivo. Belinda se
ofendió y no le volvió a hablar, bueno, sí le hablaba el típico “Hola” ó “¿Qué
tal te va?” pero ni el más mínimo acercamiento como en épocas anteriores cuando
se pasaban casi todos los días juntas y mantenían verdaderas conversaciones.
Por todo ello, esta comida no estaba
resultando especialmente divertida para Perséfone. No se sentía feliz, no se
sentía en casa y todo eso la reconcomía por dentro con intensidad.
Giró la cabeza con pesadez y se topó con
la mirada de su madre que sin pronunciar palabra, sólo moviendo los
labios, le dijo “Come”. En ese preciso
momento, su padre se levantó de la mesa y les indicó a todos que lo siguieran
al jardín donde disfrutarían de música y bebida como de costumbre. Todos los
invitados se pusieron en pie y lo siguieron. Perséfone se quedó atrás para
intentar, una vez más, hablar con Belinda y ver si por fin conseguía hacer las
paces con ella. Cuando Belinda pasó por su lado con dos chicas más, se quiso
dirigir a ella pero algo la enmudeció.
-Bonita fiesta en general, Belinda-le
decía una de las chicas- Estamos
deseando que hagas otra
-¿Hiciste una fiesta?-interrumpió
Perséfone colocándose a su lado
-Sí, fue genial-le contestó Belinda
fríamente, y añadió:- Perdona que no te invitase, pero como me dijiste que no
te gustaban las fiestas, ¿no?
Belinda no se detuvo a hablar con ella
sino que siguió hacia el jardín con el resto de las chicas dejándola sola en el
comedor.
Perséfone sintió que la invadía la
tristeza y que un dolor agudo le oprimía el pecho. Se sentía sola. Muy sola. Se
dirigió al jardín pero, cuando estaba a medio camino y veía en la distancia a los
invitados, pensó que para qué quería estar allí. No le importaba mucho a nadie,
ni siquiera a Belinda o a ninguna de sus “amigas”. Ni si quiera la echarían de
menos. Entonces, empezó a retroceder y les dio la espalda para dirigirse hacia
la entrada de la mansión. Salió sin que la viesen por la gran verja negra de la
entrada y se ocultó, algo agitada, detrás de los setos que bordeaban los
terrenos de la mansión.
Perséfone necesitaba huir, alejarse de
todos y de todo, no soportaba un minuto más estar allí. Miró hacia delante y contempló
la calle principal. Sin pensárselo si quiera, anduvo hacia ella. No tenía un
rumbo fijo, simplemente la idea de la distancia.
Mientras andaba por la calle principal
mezclándose entre la gente, miró hacia atrás y vio que uno de los guardias de
su mansión la seguía. Ante esto, Perséfone caminó más deprisa con la intención
de despistarlo y que la dejase tranquila. Se mezcló aún más entre la multitud y
decidió abandonar la calle principal por la próxima callejuela que se le
presentase.
Hacia mitad de la calle, acaecía un gran
tumulto. Al parecer, un ladronzuelo había robado algún objeto de valor del
museo dedicado al antiguo gobernador David, provocando un gran revuelo en el
que se destacaba varios cristales rotos, antigüedades por los suelos y varios
desmayos. Perséfone, que no se había dado cuenta del barullo, ocupada en
despistar al guardia, atravesó a aquel torbellino de personas entre empujones,
codazos y tirones de pelo. Recibió un empujón especialmente fuerte que casi la
hace caer de no haberse agarrado a una pequeña cuerdecita que colgaba del
cuello de alguien. Tras tortuosos intentos, logró atravesar el tumulto y, para
su sorpresa, despistar al guardia. Sin
más dilación, corrió hacia una callejuela que había a la derecha y salió de la
calle principal.
Mientras caminaba deprisa por la
solitaria callejuela, oyó pasos a sus espaldas. Vio tras ella a un joven de
pelo rizado y despeinado, vestido con un chaleco de tela desgastada y unos
pantalones cortos sujetos a la cintura con una cuerda e igual de desgastados
que el chaleco.
-Al parecer los dos intentamos escapar
de algo-le dijo algo agitado a la vez que caminaba intentado sujetar el pergamino
que llevaba en la mano con la cuerda del pantalón.
-Sí, más o menos-le contestó por
educación.
Justo en ese momento, el guardia que la
seguía apareció en la otra punta de la callejuela, por donde habían entrado Perséfone
y el muchacho.
-Oh, no-dijo Perséfone
-Tranquila, te ayudaré- le dijo
rápidamente el muchacho mientras la agarraba velozmente de la mano y tiraba de
ella hacia el otro extremo del callejón.
Ambos salieron a correr hacia el final
de la callejuela, la cual desembocaba en el siempre abarrotado puerto. Perséfone
siguió al muchacho sin saber muy bien por qué, quizás porque los dos huían de
algo y tenía la esperanza de que aquel muchacho conociera un buen escondite.
Sin embargo, aquel hombre la guió hasta
un barco con velas de color amarillo y madera oscurecida. Estaba algo apartado
del resto de los barcos, además, en lugar de estar atracado en paralelo al
muelle, lo estaba con la proa mirando hacia el gigantesco mar, como si
estuviese deseoso de partir. El muchacho le soltó la mano, se metió los dedos,
índice y pulgar, en la boca y chifló.
-¡Eh! ¡Bajad la escala!-gritó al barco y
después, se dirigió a Perséfone:-Dentro ya no nos encontrará.
-Pegaso-leyó Perséfone en un lado del
barco y luego preguntó confundida señalándolo:- Pero… ¿lo conoce?
-Claro-le confirmó dirigiéndole una
mirada de confianza.
Desde la toldilla del barco cayó una escala
hasta el suelo.
-Vamos-dijo el muchacho que había
empezado a subir.
Perséfone miró hacia atrás un segundo,
indecisa, y luego se dispuso a subir por la escala. Cuando fue agarrarse a ella
se dio cuenta de que en su mano había una cuerdecita de la que colgaba una
nuez, debía de haberla cogido sin querer durante el barullo de antes. Se la ató
al cuello rápidamente, quizás le diera suerte, y subió por la escala.
Al llegar a la cima, el muchacho la
ayudó a pasar a la toldilla del barco. Cuando sus pies tocaron el suelo del
barco, el muchacho la dejó y se giró hacia los hombres que no paraban de
moverse de un lado a otro de la cubierta.
-¡Deprisa, piratillas! Pongamos esta
maravilla en marcha o nos cogerán-les gritó el muchacho a los hombres y después
se volvió para recoger la escala
Perséfone no estaba segura de haber oído
bien ¿Aquel muchacho había dicho “piratillas”? No podía creerlo. ¡Estaba en un
barco pirata! ¿Pero que había hecho?
Más en el siguiente capítulo.
Suerte, luz, fuerza y feliz día a todos
¡HOOOOLA!Me encanta el capitulo y que sepas que te sigo en cada entrada que subes y todo.Escribes realmente bien y estoy convenciendo a mi madre de que me compre el libro.Por cierto,hay algun video de tu presentacion?¡AH!No tienes intenciones de hacer firmas o ir a la feria del libro de Granada(yo soy de Granada).Adios,una pegaso(Quedaria bien como fans de la novela jajaja)Besos.
ResponderEliminarMuchas gracias! Me hace mucha ilusión que me escribas y me ha gustado mucho lo de "una pegaso", suena bastante bien. En cuanto a lo del vídeo de la presentación, existe pero tengo que mirar haber como subirlo al blog. Y respecto a la feria del libro, lo cierto es que no se como ponerme en contacto o hacerme un hueco por ahí, pero gracias por la propuesta, intentaré llevarla a cabo.
EliminarY por supuesto, sigue insistiendo a tu madre para leer Pegaso jajaj(si la librería no puede traerlo, siempre lo puedes encontrar en tiendas online)
Encantada de escribirte. Muchas gracias por seguirme
¡Buenas,Rocio!No he leido aun Pegaso pero siempre leo tus entradas.El caso es que estoy escribiendo una novela(aunque es poca cosa)lo que pasa es que no se como empezar,o como darles forma,o como hacer para que la lectura pausada ni lenta.Muchas gracias.
ResponderEliminarHola, muchas gracias por escribirme y leerme.
EliminarYo por ahora soy un poco nueva en esto de la escritura, pero te daré algunos consejos.
Te recomendaría que para empezar tu historia, primero tengas sobre ella una idea clara y que la plasmes a modo de "crockis" en una libreta. Detalles, hechos, descripciones... que serán importantes para el argumento de tu historia.
Para empezarla, siempre ayuda una descripción llevadera y clara acerca del lugar donde se desarrolla la historia o del personaje o de la familia... en, definitiva, de aquello que no sólo dará pie al argumento sino que será importante a lo largo del mismo.
Después, sólo tienes que dejarte llevar por tu imaginación, a veces estará ahí y otras será pausada y desesperante, teniendo que ser paciente. Pero, en realidad, en esto de escribir no hay muchas reglas o trucos, que es lo bonito. Te aconsejo que, sobre todo, disfrutes escribiendo tu novela y aprendiendo con ella.
Muchas gracias por seguirme, y espero que leas Pegaso ;)
Hola :)Me ha gustado mucho el primer capitulo,es que una amiga me recomendó que leyese este blog porque ella tiene Pegaso y,ahora tengo que leerlo..jajaja Me gustaria preguntarte varias cosas.¿Como sabes cuando un personaje tiene personalidad y atrae a los lectores?,¿Que tipo de libros sueles leer?,¿En que lugar ambientarias una historia?,¿Cual crees que tiene que tener un libro para que enganche?.He intentado mil veces escribir conversaciones entre personajes pero veo que quedan muy pobres¿,me podrias decir como puedo darle forma a las conversaciones o algunos trucos?¿Me podrias decir como publicaste tu libro?(Me interesa bastante jajaja)¿Te ha pasado,que cuando escribias se te hacia pesado hasta para ti misma y decias "Esta quedando fatal,lo dejo"?.Lo siento por tantas preguntas pero es que tenia interés.Besos :)
ResponderEliminarHola, muchas gracias por escribirme. ¡Hace muchas preguntas! jajaja... pero intentaré responder a todas ;)
EliminarSobre personalidades de personajes y conversaciones, lo cierto es que no tengo trucos, simplemente escribo y depende de si me gusta o se adapta a la idea que tengo en la cabeza, las dejo o no. Quizás, si hubiera un truco, diría que está, por ejemplo, en las personalidades, que son diferentes pero a la vez familiares, es decir, uno puede tener en común o conocer ese pensamiento pesimista que tiene la protagonista o encontrarse con personas cuya afición lo define (como música o color preferido). El poder identificarse con cosas así, creo que ayuda.
Los libros que me gustan suelen ser de aventuras o misterio, tales como Sherlock Holmes, El Ocho, El cuento número trece o Harry Potter, aunque también novelas al estilo de Jane Austen o Corin Tellado.
No sé que debería tener un libro para que enganche, supongo que depende del gusto de los lectores, en mi caso, ya te he dicho cuales me atraerían.
Mi libro lo publiqué a base de mucho esfuerzo y enviándolo a editoriales, hasta que me respondió una.
Y con respecto a la última pregunta debo decir que no. Nunca me ha resultado pesado escribir, pero si es cierto que me he quedado en varias ocasiones parada frente a una pagina en blanco, aunque me lo tomé con paciencia, lo aparté momentáneamente para ocupar mi mente en otras cosas, relajarla, divertirla... para después volver a intentarlo cuando sentía que ya tenía la idea clara.
Ya no me queda nada más que decir, sólo que leas Pegaso (pídeselo a tu amiga prestado)